Sé que ahorrar, con los bajos ingresos que perciben los trabajadores formales e informales, es muy difícil. Pero en sentido general no es
imposible y a la larga resulta más beneficioso que optar por el prestamista que te cobra el“módico” 20% quincenal, que es obligatorio pagar.
Solo imagínese que en lugar de tomar prestado para completar la quincena, usted reduce sus gastos, y además saca ese mismo 20% que paga de interés y lo ahorra. Estaría ganando dos veces, ya que no tendría que tomar prestado y en cima de eso estaría guardando algo de dinero.
Quiero contar parte de mi experiencia: en los años 90 tenía un empleo que me generaba 2,500 pesos mensuales. Mi compañera de entonces devengaba 4,000 pesos cada mes. De ese total de 6,500 pesos, sacábamos para el pago de la rentada de una pequeña casita, nos manteníamos mínimamente y, por fuerza de voluntad, ahorrábamos 500 pesos mensuales. Es decir, hacíamos un sacrificio extraordinario para que 6,000 pesos fueran suficientes en el mes, mientras 500 pesos iban indefectiblemente al banco.
Recuerdo que cuando íbamos al supermercado, yo llevaba una calculadora pequeña para ir sumando los precios de los productos, pues no podíamos gastar más de 1,500 pesos quincenal en la compra y así llegábamos a la caja a pagar sin pasarnos. No me avergonzaba. Por el contrario, hoy me siento orgulloso de eso.
Posteriormente logré empleos mejor remunerados y nunca perdí la costumbre de ahorrar, lo cual combinaba con una estimación objetiva de mi “valor laboral de mercado” para manejar mis gastos con base en lo que entiendo debe ser el nivel de ingresos de alguien en mi nivel profesional. De esa forma, todo lo que exceda ese nivel de ingresos promedio, va para el banco a una cuenta de ahorros.
Hoy no puedo decir que tengo todas mis aspiraciones cumplidas, pero cuento con casa propia (pequeña), vehículo propio (viejo), y sobre todo, lo que más me satisface, un nivel de ahorro que me genera en intereses lo suficiente para cubrir el costo de los estudios de mi hija recién ingresada a la Universidad, y de mi otra hija que cursa el bachillerato. Del interés que me genera ese ahorro, también me sobra una parte luego de los gastos educativos de mis hijas. Todo a pesar de que el fisco me descuenta un criminal 10% sobre los intereses devengados.
El ahorro da tranquilidad. El hecho de saber que tienes una reserva económica, aunque sea mínima, te inyecta esa sensación de seguridad que todo ser humano necesita en la vida.
Es como cuando sales a un restaurante bien acompañado y sabes que llevas dinero suficiente para cubrir la cuenta sin pasar el susto de que la chica vaya a pedir una bebida o plato que exceda tu presupuesto. Puedes lamentar que gastaste mucho, pero no que te saliste de tus recursos disponibles.
El ahorro debe luego ser acompañado de una estrategia para invertir ese dinero en alguna actividad que te ofrezca un mínimo de remuneración, ya sea en el mercado de valores, en certificados de inversión, en el sector inmobiliario o en algún negocio que previamente hayas analizado lo suficiente como para saber que te generará ganancias y no pérdidas.
Y recuerda, para ahorrar no necesariamente se requiere tener excedentes de recursos, sino más bien la suficiente“fuerza de voluntad”como para reducir los gastos y sacar de lo poco que se dispone, aunque sea una parte mínima. Por mínimo que sea, ese ahorro se traduce en un
excedente que marca“números azules” y hace que nunca caigas en“números rojos”.