El abrupto descenso del precio del petróleo tiene a los dominicanos, junto al resto del mundo, pendientes del panorama económico que se empieza a vislumbrar a nivel global.
Por un lado, los consumidores dominicanos recibieron con alegría y asombro las sustanciales reducciones de los precios de los combustibles, los que se han precipitado a niveles similares que durante septiembre de 2012.
Sin embargo, un panorama con precios del crudo inferiores a los US$80 por barril podría implicar que el país deje de recibir algunos de los privilegios de financiamiento del acuerdo Petrocaribe con Venezuela. Así lo explica el economista Nassim José Alemany: “Si el precio del petróleo baja de los US$80 por barril, el financiamiento disponible para el país de la compra de petróleo a través de Petrocaribe ser reduciría… y podría significar un costo mayor para el Estado financiar esas compras por otras vías a tasas superiores.”.
Mientras tanto, los dominicanos disfrutarán esta semana de un gasolina premium a RD$240 por cada galón, RD$14.20 menos que la semana pasada, y la regular a RD$226.20, con una reducción de RD$13.30. Asimismo, el gasoil premium y regular costarán RD$5.70 menos por galón para ubicarse en RD$207.10 y RD$200.10, respectivamente. La tasa de cambio tomada en cuenta para el cálculo de los combustibles es de RD$43.85.
La tasa de cambio rondaba los RD$39.29 en septiembre de 2012, cuando los precios eran similares a los actuales. Ahora se encuentra a RD$43.86 por cada dólar estadounidense. Por otro lado, en septiembre de 2012 el precio del crudo rondaba los US$95, pero ahora se encuentra cerca de los US$83.
Una de las hipótesis que se han formulado para explicar estas reducciones es la intervención de Estados Unidos y Arabia Saudita para presionar las economías de Rusia e Irán, países altamente dependientes de sus ventas de crudo. Además hay quienes entienden que se debe a la desaceleración china y la lenta recuperación europea.
Uno de los temores es que estos descensos desaten un panorama de deflación, especialmente en Europa y Japón, lesionando el crecimiento, el empleo y el bienestar.