[dropcap]L[/dropcap]a frontera entre República Dominicana y Haití, definida en 1929, tiene una longitud aproximada de 388 kilómetros.
La pobreza extrema, el comercio informal y actividades ilícitas han sido parte de su historia. Con rarísimas excepciones, los gobiernos han vivido de espaldas a esta realidad, obviando con ello su potencial económico.
Las iniciativas para favorecer su desarrollo han quedado plasmadas en el papel, mas no en la realidad. La Ley 28-01, que creó la Zona Especial de Desarrollo Fronterizo, no ha surtido los efectos esperados, pues la pobreza no cede. Toda esta región parece “tierra de nadie”, donde se convive entre la ilegalidad y la corrupción.
Elías Piña, Pedernales, Bahoruco e Independencia, cuatro de las siete provincias incluidas en la Ley 28-01, lideran los índices de pobreza, según un estudio publicado por la Unidad de Análisis Económico y Social, del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo.
Elías Piña, la más pobre, registra un índice de pobreza del 83.2% y posee el municipio más empobrecido de República Dominicana: Juan Santiago. Pedernales es la segunda con un 74.6%, luego Bahoruco con 74.5% e Independencia con 72.9%. Estas cifras establecen que el efecto de la Ley de Desarrollo Fronterizo no ha surtido el efecto esperado.
De hecho, para lo único que ha servido esta legislación es para generar competencia desleal en el mercado interno, y su razón de ser, que fue la de crear fuentes generadoras de empleos y de riquezas para bajar los índices de pobreza en la frontera, ha sido desnaturalizada.
Si queremos convertir la frontera en una de las zonas más ricas del país, porque tiene potencial para serlo, debemos mirarla de frente y actuar responsablemente. Hay recursos naturales y humanos suficientes para generar riquezas, evitando así la emigración hacia los centros urbanos, y con ello la formación de “bolsones de miseria” que se convierten en cargas económicas para el Estado.
A propósito de este contexto, es importante reconocer la importancia estratégica que tiene para República Dominicana y Haití el Consejo Económico Binacional Quisqueya (CEBQ), una apuesta histórica y con perspectivas reales de éxito que impulsan empresarios a ambos lados de la frontera.
Este consejo es una prueba de que hay esperanzas de impulsar un verdadero desarrollo en la zona; que la empresa privada, tanto dominicana como haitiana, cree que es posible iniciar una era de acciones combinadas que den lugar a beneficios económicos para las poblaciones de la zona fronteriza.
Una muestra de la importancia de esta iniciativa privada, con el apoyo de los gobiernos, es el papel protagónico que tuvo durante la celebración de la Semana Dominicana en Estados Unidos, especialmente en un foro realizado en la sede del Banco Mundial, en Washington.
El objetivo de esta iniciativa binacional está muy bien definida desde un principio. De lo que se trata es de ejecutar proyectos de desarrollo en varios puntos de la frontera, ya sean sobre energía, agroindustria, medioambientales y construcción, entre otros, pero que vayan en beneficio de cambiar la historia de la frontera dominicana y haitiana.