La deuda del Banco Central sólo tiene una explicación: los efectos de la crisis financiera de 2003, la cual afectó la economía a través de una profunda devaluación que, al mismo tiempo, disparó la inflación. La historia es harto conocida por todos.
Los números están a la vista de todos. Las emisiones de certificados, producto de esta crisis, pasaron de RD$107,770.9 millones a diciembre de 2004 a RD$786,381.2 millones al cierre del primer cuatrimestre de este año. Son datos alarmantes. Es un tema muy serio, aunque ya llevamos años dándole largas a la necesidad de recapitalizar el Banco Central, otorgándole mayor holgura para que haga política monetaria. La ley para estos fines ha quedado en letra muerta.
Lo que sí debemos es ir pensando seriamente en el desmonte real de la deuda del Banco Central, pues el tiempo ha demostrado que sigue aumentando sin parar. En estos momentos, según un trabajo que publicamos en esta fecha, los compromisos financieros del Banco Central totalizan US$14,086.9 millones, es decir, un 17.2% del producto interno bruto (PIB). ¿Hasta cuándo será sostenible? Cualquier explicación podría darse en este sentido, pero difícilmente sea satisfactoria.
Quizá la deuda sea algo intrínseco a la función de los bancos centrales, especialmente luego de las grandes crisis financieras, por su responsabilidad de garantizar certidumbre a la economía y mantener estable la inflación, pero lo más lógico es que tenga límites. Sólo la deuda del sector público no financiero (SPNF) ocupa un 56.8% del PIB, que a abril de este año se estimaba en US$83,485 millones.
Habría que preguntarse cómo estuviera y actuara el Banco Central si su deuda no fuera tan pesada. Por supuesto, eliminarla de golpe y porrazo es imposible en este momento, tomando en cuenta que ahora la crisis provocada por el covid-19 limita la capacidad financiera del Estado.
Sin embargo, postergar su discusión, para una solución con responsabilidad, podría salir muy caro. Cuando se habla de que la deuda pública consolidada está en aproximadamente US$61,533 millones es algo muy serio, máxime si vemos lo que ha sucedido con la economía en 2020.
En algún momento habrá que frenar, o al menos reducir, los “reenganches” que hace el Banco Central para pagar los intereses de los certificados que se van venciendo según el plazo de emisión. Esto se asemeja una bola de nieves, pues no parece tener límites en su expansión. La deuda ha puesto de cabeza a muchas economías.
Los gobiernos de los últimos 17 años han postergado una salida definitiva a este compromiso con el Banco Central, pero ¿hasta cuándo podrá aguantarse? Ser proactivos es la mejor decisión.