La economía circular llegó para establecerse y generar competitividad y sostenibilidad económica y social. Se trata de una meta estratégica para el desarrollo de la industria en República Dominicana y para la sostenibilidad ambiental de la isla.
Actualmente son generadas más de 900 mil toneladas de residuos de envases y embalajes plásticos y más de 800,000 metros cúbicos de residuos de construcción y demolición (RCD). El destino de la mayor parte de estos residuos son vertederos, o se les subutiliza, cuando en realidad constituyen materia prima secundaria que pueden ingresar a diversos procesos productivos, que tienen valor, que no son basura, son residuos.
La Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) se encuentra implementando el Programa de Innovación y Remanufactura de los sectores de plástico y construcción con el apoyo del Laboratorio de Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID-LAB). En ese marco, ha diseñado dos propuestas estratégicas -o mapas de ruta-, las cuales fueron elaboradas por la firma consultora internacional IKEI Research & Consultancy.
En específico, se trata de dos planes: Plan Estratégico para los Residuos de Envases y Embalajes de Plástico y Plan Estratégico para los Residuos de Construcción y Demolición (RCD). Ambos son herramientas claves para que el país avance ante los desafíos en materia de economía circular en estos sectores.
Se espera que los mapas profundicen el cambio de conducta que ya se ha iniciado en torno a los residuos de PET impactando la reducción, rediseño y aprovechamiento de los residuos generados en los procesos de transformación y post-consumo y, en definitiva, en toda la sociedad dominicana.
Los Mapas
Cuatro son los objetivos generales: Jerarquía de residuos (que incluye prevenir la generación de residuos; aumentar su valorización; reducir el depósito de residuos en vertederos); eliminar el litering (abandono de residuos); minimizar las sustancias peligrosas utilizadas en la fabricación de envases y embalajes de plástico o en la construcción, y minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la gestión de los residuos.
Alcanzar estos objetivos se fundamenta en principios claros de gobernanza, de planificación de acciones (fijando metas y un horizonte temporal), de mejora continua y de seguridad jurídica que garantice el cumplimiento de las obligaciones de gestionar adecuadamente los RCD.
Todo esto contribuirá a crear una economía del posconsumo lo más eficaz posible, a la lucha contra el litering y a medidas de ecodiseño en torno a los envases, fortaleciendo la sostenibilidad económica, social y ambiental.
La elaboración de los Mapas de Ruta siguió un proceso participativo a través del cual fueron recogidas las aportaciones de los principales agentes relacionados con el sector, constituidos en comités sectoriales. En cuanto al Mapa de Ruta para los Residuos de Envases y Embalajes (EyE), los aspectos más relevantes son: establecimiento de circuitos de recolección (tanto domésticos como industriales); creación de infraestructuras; cerrar el círculo; medidas contra el littering; desarrollo legal; desarrollo de estructuras organizativas, y cumplimiento de la legislación.
En el Mapa de Ruta para los Residuos de Construcción y Demolición (RCD) los aspectos más relevantes son: planificar en las obras (¿Qué residuos se generan? ¿Cómo evitarlos? ¿Cuál puede ser su destino? ¿Cómo han de tratarse en las obras? Proyecto y control obra a obra); proporcionar a los implementadores manuales y guías que faciliten el proceso; control y seguimiento de flujos de RCD, y cerrar el círculo de los materiales, promoviendo la demanda de materiales recuperados.
La ejecución exitosa de estas estrategias involucrará a actores públicos y privados como el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MIMARENA), la AIRD, ADIPLAST, la Fundación Nueva Vida para los Residuos (NUVI), las asociaciones de municipios, las empresas de gestión de residuos, ECORED, el sector de los Hoteles y Restaurantes, los recicladores informales, productores, importadores y comercializadores, medios de comunicación y la ciudadanía.
Estos planes estratégicos o mapas guiarán con claridad los procesos y establecen las responsabilidades, las etapas, las formas de medir. Son mapas que establecen las líneas de acción necesarias para establecer cadenas logísticas de acopio y valorización que puedan sentar las bases para la creación de una industria recicladora que logre cerrar el ciclo de la economía circular en el país.
Se trata, pues, de una noticia extraordinaria: dos instrumentos que impedirán dar tumbos a ciegas o transitar por senderos más costosos económica y ambientalmente.
Estos planes profundizarán el cambio de conducta en un grupo de empresas y en toda la sociedad dominicana en torno a la reducción, rediseño y aprovechamiento de los residuos generados en los procesos de transformación y post-consumo.
República Dominicana está llamada a ser una potencia industrial en la región, pero una potencia industrial que será admirada por la sostenibilidad que muestre como país y como sector productivo de bienes exportables.
La economía circular tiene ahora mapas y esos mapas llevarán a éxitos en la dirección correcta.