Cuando se producen actos delictivos en República Dominicana a manos de ciudadanos haitianos, surgen reacciones de odio y hasta represalias contra otros nacionales de ese país que nada tienen que ven con el hecho en cuestión y sufren los maltratos de dominicanos intolerantes.
No faltan las críticas de nuestros compatriotas en el exterior, disgustados con la presencia de haitianos aquí. Pero en eso sería bueno ponerse en el lugar del otro. Esto así, porque de los más de dos millones de dominicanos que residen en el resto del mundo, hay focos de unos pocos que se han dedicado a delinquir, incluso, han formado pandillas famosas y temibles de criminales.
Imagínese usted, que cada vez que una pandilla de esa cometa un acto criminal, entonces los ciudadanos de esas naciones la emprendan contra los dominicanos decentes que viven allí.
Es lo mismo aquí. Los haitianos malos son minoría y los buenos no deben pagar por sus actos. ¡No es justo!