La dinamización de la economía dominicana, durante estos últimos días de diciembre de este 2022 es, además de evidente, una demostración de su capacidad de resiliencia y de que las políticas y medidas que se han implementado desde agosto del 2020 a la fecha, están dando resultados.
En efecto, a pesar de un entorno internacional difícil, y de las secuelas que aún quedan de la crisis sanitaria, los sectores productivos del país se han repuesto casi en su totalidad y, al parecer, la crisis económica pronto pasará a ser parte de lo que el viento se llevará. Así también, se denota que, como dijo alguna vez un ex presidente de República Dominicana, la macroeconomía está boroneando a la microeconomía o, lo que es igual, la estabilidad económica está garantizando que tanto los consumidores como las unidades productivas tomen las mejores decisiones de consumo e inversión.
Con más de 25 mil millones de pesos pagados por el gobierno dominicano a servidores públicos, pensionados y militares, en forma de regalía o salario 13, más los recursos otorgados a través de los diferentes programas sociales que existen, y los fondos que se destinarán para la preparación de cenas navideñas por parte de los Comedores Económicos, apuntan a que habrá un desborde del gasto de consumo de la gente en lo que resta del 2022.
Agréguenle a esto la cantidad de dinero que han otorgado las empresas privadas a sus empleados, en forma de regalía o doble sueldo, y tendremos la explicación del por qué las principales ciudades del país están virtualmente colapsadas. Desde antes de la Pandemia del Covid-19 no se observaba un nivel de actividad económica como el que se muestra durante estos días, no importa si usted es del gobierno o está en la oposición.
Adicionalmente, y casi como regalo de Navidad, la empresa estadounidense especializada en servicios financieros y análisis del comportamiento de los precios de acciones y bonos a nivel internacional, Standard & Poor’s, mejoró la calificación de riesgo del país pasándola de “BB-“ a “BB”. Con esta nueva calificación se envía un mensaje al mundo de que República Dominicana es un país en franco crecimiento económico, que se ha fortalecido institucionalmente, y en el cual se puede invertir.
Una expansión promedio anual del producto bruto interno dominicano de 8.7%, durante los dos últimos años, un rebote espectacular del turismo, la recuperación del sector construcción y el crecimiento de las zonas francas de exportaciones, son algunos de los argumentos que se esgrimieron para mejorar la calificación de riesgo país.
Añádanle a lo anterior la solidez que ha mostrado el sistema financiero dominicano, la apropiada y coherente política monetaria del Banco Central, los esfuerzos de las autoridades gubernamentales por el fortalecimiento institucional y la planificación, y la lucha que viene impulsando el gobierno contra la corrupción y la impunidad.
Es obvio no que todo es color de rosas, pues aún se mantienen elevados niveles de pobreza en el país, lo mismo que se manifiestan debilidades en los indicadores educativos y otros indicadores sociales.
También, tenemos empleos de baja calidad, en tanto la informalidad de la economía continua ganando espacio. Sin embargo, hay que continuar apostando a que se mantenga la estabilidad macroeconómica durante el 2023, pues es la única garantía de que se pueda contar con un entorno apropiado para los negocios y para los consumidores, pues ningún país crece en incertidumbre, ningún gobierno gana elecciones en crisis económica, y ninguna población puede mejorar su calidad de vida si la economía está inestable.