La economía dominicana, igual que la mundial, pasa por un trance. La pandemia provocada por el covid-19 ha puesto a la capacidad que tienen las economías para mantenerse en marcha y reponerse.
El presidente Luis Abinader creó mediante el decreto número 588-20 la Mesa Presidencial de la Industrialización, cuyo objetivo es articular las políticas destinadas a hacer más competitivas a las zonas francas y las industrias del país.
Hay que estar de acuerdo con una afirmación del Presidente a propósito de esta declaratoria o conformación de esta mesa: la política industrial debe ser tratada de forma integral y transversal, con una visión de país, pero que conjugue también una visión territorial y local para establecer los enclaves industriales fundamentales en las regiones según sus actividades.
Esta es, sin quizá, una de las noticas más positivas en medio de este contexto tan retador. Esto es lo que hace creer en que luego de esta prueba de fuego, en la que los países con débiles estructuras productivas son más afectados, todo será mejor.
Sin embargo, hay una observación pertinente en todo esto. No basta sólo con el discurso. A las ideas, convertidas en proyectos, hay que darles seguimiento muy de cerca. Fiscalizar, incluso, su ritmo de cumplimiento, en un mundo cada vez más competitivo, es fundamental. Resulta imperdonable cruzar los brazos un solo segundo.
La colaboración entre el sector público y privado, así como la participación de todas las instituciones, es esencial para atraer inversiones, proyectos viables y sostenibles para el desarrollo del sector industrial en nuestra República Dominicana. Sabemos que el Presidente anda en esta línea.
El desarrollo industrial, ya sea de factura nacional o extranjero a través de las zonas francas, debe hacerse coordinado, entendiendo los retos que impone el mercado internacional. La Mesa de la Industrialización es, a toda luz, un esfuerzo del Gobierno que debe apoyarse en todas sus partes.
Tal como dijo el presidente Abinader durante el acto de lanzamiento: La industria en nuestro país supone un importante aporte al producto nacional bruto, y emplea a miles de dominicanos. Sin embargo, y tiene razón sobrada, “aún estamos lejos de alcanzar niveles óptimos de un país plenamente industrializado, que compita en los mejores mercados y que genere gran valor añadido a nuestra economía y bienestar colectivo. Articular el tejido productivo ha de ser una obligación patriótica.
La pandemia provocada por el covid-19 no ha hecho más que demostrar que el país no puede seguir soportando su desarrollo en sectores vulnerables como el turismo, que aunque ha sido una columna de vital en la economía durante los últimos 20 o 30 años, el país pudo haber hecho más otros sectores transformadores de materia prima en productos de consumo final. Aquí pueden jugar un papel muy preponderante la industria nacional y las zonas francas.
Esta Mesa dela Industrialización, que cuenta con el apoyo de todas las entidades y organizaciones empresariales e industriales del país, representa una especie de anhelo de muchos años de los sectores que apuestan al fortalecimiento del aparato productivo nacional.
Seguir creyendo que se puede es la mejor opción para todos los dominicanos. Aplaudimos la decisión del Gobierno de impulsar el sector industrial.