Como producto de la pandemia los directivos en las empresas se han visto en la imperiosa necesidad de transformar su modelo de negocio, para responder con agilidad a las demandas de sus consumidores, mantenerse vigentes, en coherencia con sus valores organizacionales y en apoyo a la agenda de los objetivos de desarrollo sostenible, los cuales nos invitan a reducir la pobreza, proteger el planeta, asegurar la prosperidad y el bienestar para todos. Toda esta revolución sanitaria, social y económica ha movilizado la transformación de las políticas de Responsabilidad Social Empresarial | Sostenibilidad.
Por largo tiempo escuchamos que, incluir en la agenda de las organizaciones disciplinas como Responsabilidad Social Empresarial/Sostenibilidad en la estrategia del negocio como centro, era una acción voluntaria, hoy en día y producto de los drásticos cambios globales que están impactando el medio ambiente, los sistemas de educación, la salud y las diversas manifestaciones de pobreza y desigualdades que impactan los ingresos en las familias, hacen que la visión de la RSE en la última década continúe en franca evolución. A raíz de esto, se va marcando un alto distanciamiento hacia las acciones que promueven la filantropía o el mecenazgo. Esta disciplina social, se ha convertido en la hoja de ruta para realizar negocios sostenibles e inversiones para el largo plazo, ya que va más allá de la mera solidaridad; procura cubrir las necesidades presentes del planeta sin comprometer a las generaciones futuras.
Según la compañía estadounidense de asesoría financiera, software, data y media bursátil Bloomberg, se ha generado un aumento en el valor de los activos globales asociados con la sostenibilidad y la integración de asuntos ambientales, sociales y de gobernabilidad (ASG) en el análisis de inversiones y participación de accionistas, como consecuencia de esto, muchas compañías están apurando el paso por adoptar estrategias de inversión sostenible para sus negocios.
Las crisis suponen un cambio de paradigma y la propiciada por el COVID-19, no es la excepción. Es fundamental que tu empresa cuente con un experto en RSE, ya que marcará la diferencia a corto y mediano plazo en el futuro de su sostenibilidad.
Aspectos prioritarios después de la llegada del COVID-19
Analizaremos la encuesta realizada por la Asociación Española de Directivos de Responsabilidad Social junto a la firma de servicios profesionales Ernest Young (EY) sobre el Impacto del COVID-19 en las prioridades de la RSE/Sostenibilidad. La investigación realizada a más de 250 profesionales plantea los asuntos que deben atender las organizaciones a raíz de la pandemia. Los entrevistados revelaron que los temas asociados con clientes y empleados se convertirán en las agendas prioritarias para las empresas, sin olvidar los asuntos de gobernanza como tercer aspecto a considerar dentro de la dinámica empresarial. “Estos cambios serán reflejados en función de la sostenibilidad y se deben principalmente a la preocupación creciente por la salud personal y la pérdida o reducción de empleo o ingresos”. De los tres grandes temas ya citados, se desprenden siete ejes fundamentales en este orden de importancia como: la salud y seguridad por los empleados y los clientes; Digitalización y uso de tecnología inteligentes; Comunicación, confianza y reputación; Ciberseguridad y privacidad de los datos; Calidad y seguridad del producto.
Antes de la llegada y durante el COVID-19, las empresas han reflexionado y algunas han puesto en marcha sobre la definición y gestión de las políticas que eficienticen el accionar de la RSE/Sostenibilidad para lograr un mayor impacto en sus grupos de interés y en la sociedad en general, tomando como punto de partida las propuestas que nos ofrecen los objetivos de desarrollo sostenible.
Contribución de las organizaciones por los ODS después de la llegada del COVID-19
El COVID vino ayudarnos a priorizar las principales problemáticas sociales que nos afectan mundialmente, no solo a nivel de crisis sanitaria, sino en términos sociales y económicos para los próximos meses y años:
• Fomentar la resiliencia en las personas que se encuentran en situaciones vulnerables y minimizar su exposición hacia la vulnerabilidad en fenómenos relacionados con el clima y catástrofes que impactan en lo económico, social y ambiental para poner fin a la pobreza, ha de ser una prioridad para transformar los nuevos ejes de sostenibilidad en las organizaciones privadas, las ONG’s y las entidades de gobierno.
• El impacto del COVID ha aumentado de un modo alarmante la seguridad alimentaria, lo cual coloca en riesgo poner fin al hambre en los países en extrema pobreza. Según nos indica el Programa Mundial de Alimentos (AIF), unos 96 millones de personas cayeron en una situación de inseguridad alimentaria aguda en 2020 en 54 países registrados por la (AIF) del Banco Mundial. “El aumento del número de niños con retraso del crecimiento comprometerá su capital humano y productividad económica en el futuro”.
• Promover políticas que estimulen el desarrollo económico con actividades productivas para la creación de puestos de trabajo, a través del emprendimiento, la creatividad y la innovación; apoyando así el crecimiento sostenido de las micro, pequeñas y medianas empresas.
• La pandemia ha sacado a la luz los países que experimentan mayor índice de desigualdades sociales poniendo en aumento el desempleo y reduciendo drásticamente los ingresos de los trabajadores.
• Garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades es la invitación que nos hace el objetivo tres para el desarrollo sostenible.
En el otoño de 1942 el expresidente de los Estados Unidos, Winston Churchill pronuncio un famoso discurso que marco la victoria militar frente a la Alemania nazi: “Esto no es el final”. “Ni siquiera es el principio del final. Pero quizás sea el final del principio.”