China respondió este viernes con sanciones “recíprocas” contra el Reino Unido –que se suman a las ya tomadas esta misma semana contra la Unión Europea (UE)–, lo que confirma que Pekín apuesta por una política exterior más firme para repeler lo que considera injerencias en sus asuntos internos.
Tras las sanciones de la UE, las primeras que tomaba contra China desde la masacre en Tiananmen (4 de junio de 1989), Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido adoptaron sus propias medidas restrictivas por los presuntos abusos de derechos humanos en la región occidental de Xinjiang; abusos que presuntamente incluyen trabajos forzosos entre la población uigur.
Además de responder este viernes al Reino Unido con el veto a la entrada en el país de siete políticos, un académico y un abogado, varias multinacionales afrontan un llamamiento al boicot en las redes sociales chinas después de rechazar el algodón de Xinjiang, lo que ya ha provocado que Nike y Adidas pierdan contratos publicitarios.
Pekín niega tajantemente haber dado un trato degradante a los uigures; se escuda en que las represalias que ha tomado son “legítimas”, e insta a estos países a “corregir su error” o, de lo contrario, afrontar más medidas punitivas.
“China ha dado carpetazo a la diplomacia del ‘perfil bajo’ y busca trasladar su importancia económica global a otros ámbitos. Tiene más confianza en sí misma y éste es un cambio que viene para quedarse”, comenta a Efe el analista español Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China.
En ese sentido, distintos portavoces del Gobierno han repetido en las últimas semanas el mantra de que Occidente debe abandonar su “arrogancia” y dejar de mirar por encima del hombro a una potencia que se siente fortalecida: “El mundo no es el de hace cien años, y China tampoco”, aseveraba ayer un portavoz de la cartera de Defensa.
China planta cara
China, según la prensa local, está “totalmente preparada” para “repeler acciones coordinadas entre Washington, Londres y Bruselas” para “contener a la potencia asiática”, cuyo objetivo nacional, afirmó este viernes la portavoz de Exteriores Hua Chunying “no es sobrepasar a Estados Unidos y dominar el mundo sino ser un país mejor”.
“EEUU no acepta el nuevo estatus de China y hará lo imposible por defender su posición hegemónica. Se empleará a fondo hasta lograr someterlo a sus redes de dependencia. Pero Pekín está plantando cara y lo que deben valorar los demás países es si les conviene defender a Washington al precio que sea”, argumenta Ríos.
El académico plantea que el pulso será largo y que Europa, aún reconociendo que existe una rivalidad sistémica, tiene que “repensar de nuevo el sistema internacional y apostar por la multipolaridad”.
Pero que Pekín saque músculo tiene también una desventaja, apunta el analista: “Bajo esta dinámica, China no puede desarrollar un poder blando efectivo y acabará por fortalecer el nacionalismo y una proyección antioccidental que le sirva para acelerar sus procesos internos. En cualquier caso, reeditar la guerra fría no funcionará. China no es la extinta Unión Soviética”, dice el español.
Y es que este mensaje de corte nacionalista cala entre su población, aunque algunos expertos entienden que pueda causar malestar fuera y restar simpatías a Pekín: “Para las autoridades, lo más importante será siempre mantener al pueblo unido”, comentaba recientemente a Efe la socióloga y periodista Wu Haiyun.
El acceso a Xinjiang, a debate
Londres respondió este viernes a Pekín que si quiere rebatir de manera creíble las acusaciones de abusos de los derechos humanos en Xinjiang debería permitir que el Alto Comisionado para los derechos humanos de la ONU tenga un acceso completo “para verificar la verdad”, en palabras de su ministro de Exteriores, Dominic Raab.
La alta comisionada de la ONU Michelle Bachelet expresó en febrero su preocupación por la situación en la región y planteó la posibilidad de realizar un viaje oficial si acordaba con China las condiciones necesarias para ello.
Pekín asegura que la ha invitado en múltiples ocasiones, al igual que a otros representantes de la UE, quienes “retrasaron un viaje a Xinjiang usando todo tipo de excusas y plantearon demandas irrazonables para obstaculizar la visita”, comentó recientemente el vicedirector de Propaganda del Gobierno de Xinjiang, Xu Guixiang.
Pekín niega todas las acusaciones acerca de Xinjiang, una región sobre el que las asociaciones de prensa extranjera han denunciado un “acoso especialmente intenso” de las autoridades a los reporteros que intentaron acceder en 2020 a la región, donde fueron seguidos por las autoridades, se les impidió hablar con los lugareños, o se les obligó a borrar datos de sus dispositivos.