Los problemas financieros no son ajenos a la vida conyugal. Muchas personas consideran a los problemas financieros como causas de divorcio cuando en realidad es la consecuencia de una mala gestión de los riesgos fruto de un estilo de vida financieramente imprudente.
En términos financieros, la pareja debe trabajar en equipo, basando sus hábitos de consumo en la planificación, diseño y ejecución de un presupuesto familiar. La educación financiera es clave para el buen desenvolvimiento de la vida matrimonial.
A continuación, presentamos cinco errores financieros muy comunes que se cometen en el matrimonio:
No cubrir el riesgo de liquidez: El riesgo de liquidez es la probabilidad de que una unidad productiva (la familia), puede quedarse ilíquida por fluctuaciones del ingreso o de los egresos. Las familias que dependen de los sueldos piensan que siempre estará allí para financiar sus malos hábitos de consumo, hasta que pierden el empleo. Por eso el ingreso no es el mejor referente para tomar decisiones financieras de adquisición, inversión o consumo, ya que nos hacen vulnerables a los riesgos. Por eso es vital que la primera meta de ahorro del matrimonio sea cubrir entre tres o seis meses de sus sueldos, en caso de este disminuya o desaparezca.
No administrarse con un presupuesto: Como si se tratase de una empresa, un hogar tiene ingresos y gastos, los cuales deben ser bien administrados para que haya un buen flujo de efectivo. Para esto, es imprescindible que la familia trabaje en base a un presupuesto mensual que le permita eficientizar los ingresos y controlar los gastos. Las familias que no llevan un presupuesto no saben en qué gastan su dinero, lo que los hace proclive al endeudamiento tóxico.
Creer que nunca van a llegar tiempos de “vacas flacas”: Hay familias que viven en automático, es decir, todo lo que ingresan lo convierten en gasto. Caen en el error de que el ingreso siempre estará presente para financiar sus malos hábitos de consumo. Este tipo de familias, no saben hacer una buena gestión de los riesgos, no analizan en qué etapa de vida se encuentra el matrimonio, y en consecuencia gastan su dinero en cosas innecesarias o compran activos improductivos, cuando no es el tiempo para eso. Los objetivos de vida deben ser coherentes con los objetivos financieros, así se estará mejor preparado para afrontar los periodos de vacas flacas.
No educar financieramente a los hijos: Los padres debemos dar a nuestros hijos una buena educación financiera. Los niños deben aprender que el dinero no se encuentra en las ramas de los árboles, deben saber que cuesta mucho trabajo ganar dinero, y por ende hay que saberlo administrar. Hay que inculcarles el don de la paciencia, que no es posible satisfacer todos sus deseos de forma inmediata, hay que hacerles entender que si quiere algo debe esperar y trabajar por ello. Desde muy pequeños se les debe inculcar el hábito del ahorro, dándoles una alcancía para que aprenda a manejar adecuadamente sus recursos.
Vivir del “Allante”: Este es el peor de los errores, el vivir por encima de sus posibilidades. Hay familias rotas desde el punto de vista financiero por llevarse del qué dirán. En la extraordinaria película En Busca de la Felicidad, interpretada por Will Smith, queda explícita una frase que resume esta situación: “gastamos dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos, para impresionar a gente a la que no le importamos”. La sociedad actual está empobrecida por individuos que cometen la desfachatez de hasta endeudarse con tal de competir con el vecino o el amigo. Hay familias que solo viven y gastan para aparentar un estilo de vida consumista, que no pueden realmente pagarse, y quedan a expensas del sobreendeudamiento.
El matrimonio no es un artículo decorativo para mostrar en sociedad. Es un compromiso de vida en conjunto, que debe ser administrado de forma correcta para que perdure.