Luis Alberto Félix tiene 17 años. Llegó de Barahona hace poco más de dos meses y ya conoce más de la mitad de las calles de la capital dominicana. Andar calle arriba y calle abajo con una caja de limpiabotas todos los días, a veces sacándole alguna nota musical a la lata vacía que le sirve de asiento, le ha servido para convertirse en conocedor de las principales esquinas, calles y avenidas de la urbe.
Su piel está acostumbrada al radiante sol dominicano. En sus ojos aún se pueden percibir los recuerdos de su pueblo natal y en sus palabras aflora la inocencia de un joven que a su edad está rebosante de sueños. Lo que sí está es bien definido en cuanto a sus metas: quiere ser un profesional que aporte a República Dominicana y servir de orgullo para su familia. Le preocupa el nivel de inseguridad que hay en algunas zonas por las que obligatoriamente debe caminar.
Vive con una tía paterna, quien le ofreció un rinconcito en su humilde vivienda del sector San Carlos. Bien temprano, mucho antes de tomar la ruta del día, ayuda en algunos quehaceres de la casa y su cama la deja bien arreglada. No trajo mucha ropa desde Barahona, razón por la que debe lavarla dos veces por semana. “Tampoco tengo mucha que digamos”, apunta.
Se expresa con claridad meridiana. Pronuncia las eses justo en su lugar y habla de los momentos más felices de su infancia. Defiende el buen hablar porque en su escuela le enseñaron que hay que expresarse con claridad, dice que para “evitar confusiones”.
Sus estudios primarios los terminó en una escuela en la que contó con el apoyo de los profesores, ya que vieron potencial en él. Jamás se sentó detrás en el aula. Sus notas se mantuvieron sobre los 80 puntos y terminó entre los mejores. Sus problemas se iniciaron cuando quiso entrar al bachillerato. Su vida dio un giro de 180 grados y aún no encuentra una explicación lógica.
Nació en Barahona. Su madre, que se dedica a labores domésticas por una paga que no le alcanza siquiera para cubrir las necesidades básicas de la casa, es inmigrante haitiana que llegó hace más de 25 años. Su padre, dominicano que se dedicada a la agricultura, murió al caerse de su caballo. Se desnucó.
Lloró y aún siente la ausencia de su progenitor. Pero su problema principal ahora mismo no es la falta de su padre ni las precariedades económicas en las que subsiste su madre. Su mayor obstáculo es la falta de un acta de nacimiento. Ahora es que se da cuenta del lastre que venía arrastrando durante los años de educación básica y que pudo sobrellevar porque nadie se queda fuera del sistema educativo básico por falta de “papeles”. Sus profesores siempre se lo decían y él se lo recordaba a su mamá. Nunca lo declararon y para colmo su papá murió.
Ahora está en medio de un limbo jurídico que no le permite continuar con sus estudios ni con la materialización de sus planes de ser un buen profesional que aporte al país y sea el orgullo de su familia. A pesar de su conciencia del problema, su sonrisa no se apaga. Su razón fundamental, dice, es que algún día tendrá un acta de nacimiento que le permite existir.
Desde que llegó a la capital no ha hecho más que limpiar zapatos para ayudar a su mamá y con algunos de los gastos de la casa de su tía. No puede visitar su madre con la frecuencia que quisiera y también ver a sus otros dos hermanos que corren la misma suerte.
Recuerda que su mamá tiene un papel del hospital donde él nació, pero que al no tener documentos no lo pudo declarar. Han hecho muchos intentos de legalizar su situación. Sabe que la muerte de su papá, cuando aún era muy niño, afectó su estatus y ahora no es ni dominicano ni haitiano. Sólo habla español y no sabe nada más de Haití que las historias que le cuenta su madre.
Gobierno
Esta semana, el presidente Danilo Medina garantizó que el Estado dominicano, en colaboración con la Junta Central Electoral, eliminará la carencia de identidad o personas que no son declaradas, tras señalar que esa debilidad solo ayuda a perpetuar la desigualdad e injusticia que sufren los niños más pobres.
“Por eso haremos todos los esfuerzos para que ningún niño o niña quede fuera del registro civil”, dijo el jefe de Estado, quien prometió que fortalecerá el registro de nacimiento en el país porque lo que quiere es asegura que ningún niño quede sin registrar, ya que ese es el primer paso para reafirmar la identidad y la ciudadanía. Informó que, hasta la fecha, un 20% de los hijos menores de cinco años se quedan sin documentar específicamente en las familias de escasos recursos.
“Un niño cuyo nacimiento no se registra le será más difícil recibir los servicios de salud, educación y el resto de derechos que debe garantizar el Estado dominicano”, apuntó Medina en un acto en el Palacio Nacional en el que puso en marcha el programa “Quisqueya empieza contigo”, a través del cual garantizará que los niños de cero a cinco años, de escasos recursos, reciban estimulación temprana en estancias donde van a ser alimentados y tendrán todo de forma gratuita.