Antes de 1929, cuando se produjo la Gran Depresión, calificada como la recesión más pronunciada y hostil del sistema capitalista durante el siglo XX, hubo otras crisis que impactaron en grado superlativo el desarrollo de muchos países. No han pasado 100 años desde aquella experiencia que puso a pruebas a todas las economías, principalmente a las más desarrolladas, y la historia se ha replicado en más de una ocasión, aunque guardando las distancias.
El colapso de la Bolsa de Nueva York, sin entrar en detalles, fue el detonante de la crisis de 1929. De ahí a la fecha ha habido otras, como la del petróleo, en los 70; las sucesivas quiebras bancarias de los 80 y la provocada por el choque petrolero de principios de los 90, fundamentalmente por la Guerra del Golfo, la primera en ser televisada y que, por ende, provocó mayor inestabilidad en los mercados. Esta contienda coincidió, igualmente, con el fin de la Guerra Fría.
En 2008-2009 también hubo otra crisis: la caída del mercado inmobiliario de Estados Unidos por las llamadas “hipotecas suprime” o carteras tóxicas que contagiaron el resto del sistema. El período de recuperación tomó su tiempo en cada una de estas experiencias.
Ahora hay otra crisis, la del covid-19, cuyos efectos la ubican entre las más perjudiciales para el desarrollo humano, pues sus efectos han sido en los sectores que generan empleos de calidad, afectando el poder adquisitivo de la población por el disparo de la inflación.
Esta pandemia, con el cierre de las economías, obligó a los países a buscar auxilio en los mercados de capitales y en organismo financieros multilaterales, provocando un aumento de la deuda. Para evitar el colapso, además, los gobiernos tuvieron que otorgar subsidios a prácticamente todos los sectores, incluyendo al segmento de la población económicamente más vulnerable.
En República Dominicana, como en el resto del mundo, la proyección económica ha tenido que ser replanteada. Ninguno de los planificadores del desarrollo había previsto una caída de -6.7% del producto interno bruto (PIB), alrededor de US$10,000 millones, en un año que apunta a ser uno de los mejores. Una pandemia de la magnitud de la provocada por el covid-19 era inimaginable.
El viceministro de Planificación del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), Pavel Isa Contreras, estima que el costo total de la pandemia en la economía dominicana, en el período marzo-diciembre de 2020, fue de US$18,400 millones, desglosado en US$14,800 millones de los sectores productivos, US$3,600 millones en los costos y gastos asociados, de los cuales US$3,400 millones (94.4%) se destinaron a salud y protección social.
El impacto en el mercado laboral no pudo haber sido más profundo, según Isa Contreras, ya que se perdieron 359,000 empleos en el segundo trimestre de 2020 comparado con el primero del año. Destacó que en algunos momentos fue aún más pronunciada la caída, mientras que el déficit público pasó de 2.1% a 7.9% del PIB.
Al participar como expositor en el Foro Económico elDinero 2021, el funcionario explicó que el porcentaje de hogares pobres creció desde 21% a 23.4%, lo cual, a su entender y como lo señaló el MEPyD, no fue más por los programas de apoyo implementados por el Gobierno para los hogares económicamente más vulnerables.
El viceministro de Planificación del MEPyD, de igual forma, refiere el aumento de la deuda pública como efecto directo de la pandemia, la cual aumentó en US$8,680 millones, aunque el balance externo no fue afectado gracias a la entrada histórica de remesas, que al final de este año llegarían a más de US$10,000 millones. “No lo fue porque, aunque los ingresos por turismo se cayeron, también se derrumbaron las importaciones y las remesas subieron y al final el balance externo no cambió de manera muy significativa”, subrayó.
Afirma que es imposible discutir qué fue lo que pasó en 2021 y qué pasará en 2022 “si no sabemos qué pasó en 2020. Lo que pasó en 2020 fue una crisis global sin precedentes, el PIB mundial cayó en un -3.1%, la caída promedio simple del PIB fue de un -5.2% y la caída del producto en América Latina -7.6%, de tal manera que estábamos ubicados en el promedio”.
Subrayó que la caída del producto en la región del Caribe fue aún más profunda por la dependencia del turismo que hay en estos países. Indicó que más del 80% de todos los países registraron desplomes en el PIB y los déficits públicos aumentaron en promedio cinco puntos porcentuales, mientras que el coeficiente deuda-PIB creció un 21%. “Estamos hablando de algo que no veíamos en muchos, muchos años. Ni siquiera en la década de los 80 habíamos tenido un golpe (en un año) tan severo, pues en esta época fueron varios años muy malos, pero de cero crecimiento o de uno. En este caso fue un bajón muy violento y de todo el mundo”, destacó Isa Contreras.
En lo que compete a República Dominicana, el economista refirió que un estudio que hizo el gobierno junto con Naciones Unidades, Banco Mundial y otras instituciones, estimó el costo total de la crisis, entre marzo y diciembre de 2020, al equivalente al 23% del producto interno bruto (PIB).
Esta medición del impacto incluye los efectos estimados en términos social, productivo, de infraestructura, midiendo las pérdidas económicas como resultado de la caída de la producción, como de los costos adicionales y otros gastos que tuvo que asumir el Estado para enfrentar las consecuencias de la pandemia.
Variables
Isa Contreras destaca tres elementos que incidieron durante el 2021. Lo primero es la recuperación explosiva de la economía y la “inesperada, en su nivel de virulencia”, recuperación económica. En segundo lugar, dice, está la recuperación total de los empleos perdidos y, tercero, una reducción significativa e inesperada del desbalance fiscal.
Al observar en detalle lo que él llama una “recuperación explosiva”, explica que el crecimiento esperado para 2021 es de 10.7%, la cual la ubica como una “cifra cautelosa” que sus colegas del Ministerio de Hacienda y del Banco Central trabajan y acuerdan en conjunto. “Yo creo que 10.7% es una cifra buena, aunque es probable que esté un poquito más alta”, subrayó.
Según el economista, este crecimiento es un 73% más alto que el promedio experimentado por el país entre 2014 y 2019, implicando no sólo una recuperación de la caída del año pasado, sino que el valor de la producción terminará siendo no menos de 3.5 puntos porcentuales más que la producción de 2019. “No se trató sólo un rebote, sino de una recuperación más allá de la caída”, apuntó.
Detalló que en el tercer trimestre de 2020 el total de empleos alcanzó el número observado el trimestre previo a la pandemia (enero-marzo), que eran 4.6 millones de personas ocupadas, muy similar al último período analizado de este año. De igual forma, los datos establecen que también están muy cercano al cierre de 2019.
“Se superó el promedio de empleos observados en el período 2017-2019 y todos los empleos se crearon en el sector privado. Según los registros administrativos, en octubre de 2021 el número total de trabajadores formales fue similar al observado previo a la pandemia. No fue por la nómina pública, pues el empleo público, de hecho, se redujo un poco. Fue la actividad económica privada la que produjo”, explicó el viceministro de Planificación del MEPyD.
Según su proyección, si el Estado dominicano ejecutara gastos de capital en inversión pública todo lo que tenía presupuestado, que aclara que no será ese el caso, el déficit apenas alcanzaría el equivalente al 1.3% del PIB. Sin embargo, indica, estos resultados no son el resultado de una política deliberada de austeridad fiscal. “En el Gobierno nunca se ha discutido reducir los gastos, sino que ha sido el resultado de varias cosas.
Primero, claramente declinó la severidad de la emergencia sanitaria y social, por lo cual el déficit planteado en la pieza presupuestaria en 2020 para 2021, incluso en la modificada, el déficit se estima entre 3% y 4% del PIB, dependiendo de la pieza presupuestaria que estemos hablando”, explicó.
Entre los aspectos más importantes, entiende Isa Contreras, es que la recuperación del crecimiento incrementó de manera dramática las recaudaciones en RD$84,000 millones con respecto a lo presupuestado. “Esto equivale a RD$7,000 millones más por mes que lo presupuestado”, indicó.
De acuerdo con sus datos, el PIB nominal creció en casi un 20%, lo que significa que de donde se sacan los impuestos se expandió, por lo que hubo de donde sacar mucho más dinero. Explicó que la inversión pública terminará contribuyendo a un menor déficit fiscal, pero “esto se debe a que los proyectos que el Gobierno se vio obligado a asumir estaban plagados de problemas y fui testigo de primera línea”.
Aseguró que en lo que sí hubo una decisión fue en gastar bien, de hacer que los proyectos de inversión pública cumplieran con las normas y reglas, pero que, fundamentalmente, fueran adecuadamente evaluados. Esto implicó, dice, trabajar los proyectos y que, además, para llevarlos a cabo (a los cuales el Gobierno quería apostar) había que trabajarlos. Esto así, señala, porque para materializarlos hay que someterlos a un conjunto de procedimientos, elaborar un documento de proyecto; no puede ser que se le ocurra a un ministro que quiera hacer una obra y punto, no, ni siquiera al Presidente.
Se puede tener la idea, pero debe ser elaborado un documento de proyecto y demostrar su rentabilidad social, pero también su racionabilidad para dejar constancia que el dinero de la gente vale la pena invertirlo en ese proyecto”, explicó Isa Contreras.
Señaló que la decisión de invertir con calidad, que asegura fue clara y deliberada, se hizo para cumplir con todos los requerimientos de ley, a pesar de que ello implicara un ritmo de inversión pública más reducido.
Sin embargo, explicó, aunque a inicios de año la inversión pública suele bajar, en este caso continuará a todo vapor porque se resolvieron muchos de los problemas que tenían los proyectos de inversión.
Códigos SNIP que no eran tales
Pavel Isa Contreras explicó que encontraron proyectos sin códigos SNIP (Sistema Nacional de Inversión Pública), que no es más que el código que un número que entrega el MEPyD cuando el proyecto ha pasado por todas las normativas y cuenta con su aval en el sentido de que es socialmente rentable. “Encontramos muchos códigos genéricos o “jumbo”.
¿Qué significa esto? Ejemplo: Mejoramiento de la infraestructura vial de la provincia La Altagracia ¡y ya! Cuando se busca qué es lo que estaba pasando ahí no había nada; no decía cuál carretera, cuál tramo, qué puente y muchos SNIP transitorios, los cuales sólo deben entregarse cuando hay emergencia”, explicó.
¿Qué hizo el Ministerio? Isa Contreras refirió que fue necesario aprobar una ley especial para “rebalancear” los proyectos con presupuestos desequilibrados y un reglamento para reequilibrar económicamente esos proyectos de inversión. En ese orden, reveló que se acabaron los SINIP Jumbo o no justificados.
Desafíos
Pavel Isa Contreras advierte que no todo es color de rosa “y esto hay que advertirlo”, pues no podemos caer en entusiasmo y la propaganda de éxito, sino que es preciso reconocer cuáles son los desafíos que tenemos”.
A su entender, entre los desafíos que enfrenta el país hay dos que considera fundamentales: calidad en el empleo y los ingresos laborales reales. Lo dice porque la recuperación ha sido a partir de empleos precarios, pues los empleos informales han crecido cuatro veces más rápido que los formales.
Antes de la pandemia, explica, se generaban 104 empleos formales por cada puesto de trabajo formal, mientras que hoy la relación es 122 por cada 100. Refiere también la alta inflación, como en todo el mundo, la cual se ha duplicado y que en Estados Unidos, por ejemplo, estará por encima del 4%.