En el último año hemos publicado varios artículos de opinión, donde abordamos de manera detallada el fenómeno inflacionario que vive la economía global en estos momentos, y que la economía dominicana no es la excepción. El fenómeno inflacionario actual tiene su origen en la disrupción que han sufrido las cadenas de suministro a nivel mundial.
De igual manera, hemos presenciado desequilibrios en la oferta y la demanda, algo que sin dudas terminará reflejándose en los precios. Un fenómeno, que la mayoría de los economistas pensó que sería un fenómeno transitorio (incluyendo a este servidor). Pero, que en realidad no ha sido así.
Sin embargo, de manera particular sostengo que la inflación que tenemos se debe de manera fundamental a factores estructurales que han sido exacerbados por la pandemia y no es un fenómeno intrínsicamente monetario como muchos quieren vender.
Nuestra mayor preocupación ha sido la sobrerreacción que han tenido la mayoría de los bancos centrales alrededor del mundo, y el de la República Dominicana no es una excepción a la regla. Algo que podría frenar la recuperación que ha venido teniendo la economía dominicana en el último año, ante la ausencia de una política fiscal expansiva por parte del Gobierno central.
Esto podría desencadenar en una recesión inducida, ya que habría una fuerte contracción en el consumo y la inversión privada, o el efecto de desplazamiento que ocurre cuando hay un aumento de tasas. Por tal razón, con una política monetaria y fiscal restrictiva, todos los caminos conducen a desaceleración. Por ende, es menester que el Gobierno Central inicie a ejecutar de una manera más expedita la ejecución presupuestaria concerniente al gasto de capital por el efecto multiplicador que ejerce sobre la economía nacional.
De acuerdo con informaciones ofrecidas por la Dirección General de Presupuesto (Digepres), la ejecución presupuestaria en lo concerniente al gasto de capital en el período que comprende desde el 1 de enero hasta el 11 de febrero de 2022 ha sido de un 4.24%. Si comparamos con igual período en el año 2021, esta fue de un 1.2%, aunque presenta una ligera mejoría, es importante que el Gobierno acelere el paso en ese sentido para evitar la inercia que hubo a final del año pasado.
La economía dominicana terminó creciendo un 12.3%, en gran medida por el desborde en el gasto de capital por parte del Gobierno en el último mes y medio, ejecutó de una manera más expedita, por lo que la ejecución presupuestaria del gasto capital cerró el año 2021 en un 80%. Es por ello, que le exhortamos al Gobierno a aplicar una política fiscal más expansiva para garantizar el crecimiento económico y la creación de empleos.
La narrativa de la inflación ha estado en el centro del debate en la opinión pública, y la oposición política ha utilizado este fenómeno exógeno para hacer politiquería. A pesar de la situación global, el índice de precios al consumidor (IPC), cerró el año 2021 en un 8.5%, muy por debajo del 10.65%, que cerró el año 2008 durante la crisis financiera global.
Sabemos del costo político que acarrea para el Gobierno no tratar de tomar medidas paliativas para detener la escalada de precios que presenta la economía de manera coyuntural. Por este motivo aportamos algunas medidas para contrarrestar la inflación que vive la economía dominicana, que afirmamos: no es alarmante. Primero, el Gobierno debe continuar con el apoyo masivo que le ha brindado al sector agropecuario, para seguir aumentando la producción.
Con una mayor oferta de productos agropecuarios y ganaderos, los precios iniciarán a disminuir de una manera considerable. Por ejemplo, con el aumento de la producción de plátanos en el año 2021, los precios de los plátanos verdes bajaron en un -26.6% si comparamos con el año 2020. De igual manera, el Gobierno debe seguir apoyando a los productores en la comercialización de sus productos para ir removiendo de la ecuación la presencia de intermediarios, los cuales encarecen el precio final de los productos a los consumidores.
Otro punto sensible en la escalada alcista del nivel de precios, se encuentra el aumento de los precios de los combustibles. El precio del crudo pasó de US$50 el barril a inicios del 2021 a cerca de los US$90 al cierre del 2021. Ese aumento del precio del crudo no es culpa del Gobierno, sino que se debe a fundamentos del mercado y a tensiones geopolíticas.
En el 2021, de acuerdo con el Ministerio de Hacienda, el Gobierno dispuso de RD$17,300 millones para subsidiar las alzas y no traspasarla de manera directa a la población. A pesar de ese esfuerzo loable del Gobierno, la gasolina premium aumentó en un (27.6%); la regular en un (28.4%); el gasoil un (25%) y el GLP un (18.2%).
El costo de los precios de los combustibles tiene un efecto transversal en toda la economía. Sabemos de la estrechez fiscal que enfrenta el Gobierno, pero debe de reducir de manera temporal los impuestos a los combustibles, hasta tanto los precios del crudo se estabilicen en el mercado internacional. Porque los impuestos a los combustibles es una fuente de ingresos importante para el Gobierno, ni tampoco perdamos de vista que la presión tributaria del país es de un 14.3% del PIB, una de las más bajas de la región. Y, el Gobierno necesita recursos para seguir dándole soporte a los programas sociales que la población más vulnerable necesita.
De igual manera, el Gobierno central tiene que reorientarse a aplicar políticas fiscales específicas, como: indexar las ayudas sociales a la tasa de inflación para evitar que los segmentos más empobrecidos de la población sientan la pérdida del poder adquisitivo. Porque si el Banco Central continúa con su política monetaria restrictiva de un aumento generalizado de las tasas de interés: la cura resultaría peor que la enfermedad.
Debido a que no podemos atacar un problema del lado de la oferta reduciendo la demanda y afectando el nivel de empleo. Eso podría frenar la inflación si se sigue aplicando a largo plazo, pero a un costo social muy alto: el empobrecimiento de las grandes mayorías.