Debido al conflicto militar con Ucrania y Rusia, y a las duras sanciones económicas impuestas a Moscú por los Estados Unidos de Norteamérica, sus aliados de la Unión Europea –OTAN– y otros Estados del mundo, han logrado disparar los precios de los commodities a costos inimaginables, siendo el gas natural la materia prima que más disparo su valor en el mercado.
En tal sentido, aproximadamente un 40% ± del gas natural que se consume en los países europeos, se importa desde Rusia, dependencia, que lo único que ha logrado es incrementar la incertidumbre en los gobiernos debido al actual escenario bélico, al extremo que Alemania llegó a suspender la aprobación final del gasoducto Nord Stream 2 –Gasoducto de 1,200 kms que atraviesa el mar Báltico– para transportar gas desde la costa rusa cerca de San Petersburgo hasta Lubmin en Alemania, que hubiese permitido aumentar las importaciones gasíferas desde Rusia.
Aunque Alemania canceló el gasoducto del Nord Stream 2, los países europeos continúan comprando gas ruso a grandes rasgos, debido a que la escasez de suministros globales y la gigantesca ola inflacionaria que afecta al mundo, ha dejado a Europa Occidental y al resto del mundo en una muy mala posición, especialmente Alemania, quién había tomado la decisión de disminuir su dependencia de fuentes de energía nuclear y combustibles fósiles.
Ante la debacle económica y altos precios de los commodities, se puede considerar, que el gas ruso representa el gran talón de Aquiles para Europa durante el tiempo que perdure el conflicto armado, que de por sí, representa una gran vulnerabilidad que indirectamente beneficia a Rusia, y en parte le sirve para financiar su conflicto con Ucrania.
Algunos analistas plantean, que Rusia podría cerrar las líneas de gas en respuesta a las sanciones impuestas por los Estados Unidos y Europa, es totalmente cierto, y no están ajenos a la realidad, pero este cierre significaría aguantar 2 o 3 meses considerando una relación de tiempo/dinero, ya que según estimaciones, la capitalización que perciben los rusos por concepto del ingreso fiscal del gas comercializado con Europa, se puede traducir a casi la mitad del PIB ruso, lo cual es una cantidad exorbitante, teniendo en cuenta que en estos momentos Rusia posee una deuda pública bastante baja y tiene bastantes reservas.
Ante este escenario, todo parecería indicar que Rusia venía preparándose hace varios años para que su situación financiera diera paso a realizar este tipo de acciones, ya que tenían tiempo saneando sus cuentas fiscales, tanto las reservas como la deuda, a pesar de la penuria económica del país y del sufrimiento que han provocado las sanciones previas.
En tal sentido, podríamos manifestar que Europa indirectamente ha estado financiando a Putin, en razón a que a ninguno de los dos les conviene dejar de comercializar el gas, uno por necesidad para su población y producción, y el otro para no perder una de las más importantes fuentes de capitalización.
En caso de que Europa no quiera seguir comprando gas ruso, habrían otras alternativas a las que pueden recurrir, aunque no son muy positivas, por ejemplo:
- Una parte se pudiera suplir por la energía producida a base de la quema de carbón (o de una cantidad mayor a la que ya queman), lo cual no seria muy positivo debido a las políticas climáticas.
- Si bien es cierto, pudieran abastecerse del gas licuado proveniente de Argelia y Noruega, pero no sería lo suficiente para cubrir el 40% de la cuota del gas ruso, sin haber contratado previamente.
De igual manera, esta última solución del gas licuado tiene problemas debido a que logísticamente las plantas de regasificación en el continente no están distribuidas de una manera óptima, y se entraría en una guerra de precios con el gigante asiático en este tipo de commoditie, que obligaría a Europa a hacer una gestión de la demanda, lo que significa para su pueblo, una racionalización en el consumo.
Ante esta disyuntiva, Europa tiene que plantearse la decisión de no comparar gas a Rusia, más allá de las consideraciones económicas y geopolíticas, en virtud de que existe un dilema ético de que indirectamente es quien esta financiando la campaña de guerra del presidente Putin. Ante esta posibilidad, Europa, tienen que plantearse como alinear al sector privado para comenzar a suplir esa gran demanda que sufren del gas ruso, en combinación con las posibles fuentes de gas de otros países, de las cuales son altamente dependientes, que en este momento pone en jaque a toda Europa, quienes nunca se plantearon este tipo de situación, y no llegaron a diversificar lo suficiente su matriz energética.