Por más de medio siglo Lidia Mateo y Rafael Díaz, compañeros de toda una vida, han trabajado para darle el sustento a su familia a través de su negocio. Aunque no recuerdan la fecha exacta, sí afirman que hace más de 50 años que “pusieron” el colmado Keysli, nombre que le colocaron después de muchos años de funcionar.
Después de formar y criar a sus cuatro hijos, construir cuatro viviendas y apoyar económicamente en los estudios universitarios a sus nietos, ahora han hecho una pausa para dedicarle tiempo a su salud y disfrutar de la familia.
La pareja de comerciantes abre las puertas de su negocio todos los días a las 7:00 de la mañana. Lo han hecho “sin mancar” porque, además de ser su modo de vida, entienden su responsabilidad para tener disponibles los artículos que demandan sus clientes, muchos de los cuales son sus vecinos. Los años, ya con 75, han obligado a Díaz a utilizar muletas para desplazarse.
Aún conserva las destrezas para ofrecer el servicio desde tempranas horas del día, especialmente a quienes buscan el sobre de café para empezar la mañana. Mateo, por su parte, cumple el rol de ama de casa hasta la 1:30 de la tarde, pues a esa hora se dirige al negocio para ayudar a su esposo. Él regresa a sustituirla a las 5:00 de la tarde, a lo que ella aprovecha para descansar y luego retornar a su hogar para preparar la cena. Es la rutina que día tras día realizan cual si fuera un ritual.

La pareja se reparte las funciones dentro del colmado y a las 11:00 de la noche se apagan las luces que es cuando concluye la jornada laboral.
“Comenzó con un colmadito y después fue poniéndolo así grande como lo tenemos ahora”, afirmó Mateo. En una entrevista por elDinero compartió cómo fue la trayectoria de su trabajo y de su esposo para llegar a donde se encuentran.
En sus inicios, el colmado estaba dividido entre Díaz y un tío. Luego, ambos se fueron para el campo y lo dejaron con otros administradores, pero no tuvieron éxito. Esta situación llevó a Díaz a retornar de su provincia natal, Peravia, y tomar las riendas de su local para proveer un mejor futuro. Después que Díaz y Mateo se cansaron, continuaron el negocio y este les sirvió como pilar para el sustento de su familia.
Para diversificar los productos que ofrecían y apoyar en el trabajo a su esposo, Mateo refiere que tuvo que hacer “muchas cosas”, tales como vender helados, coconetes, mabí y arepa. “Uno empieza con poca cosa y termina con algo grande”, declaró Mateo, quien al pasar balance y pensar en todas las experiencias vividas, no duda en afirmar que ha valido la pena.

“Había días que tenía que recoger cheles para poder ir a comprar en los almacenes”, indicó Mateo. Enfatizó que fue difícil llegar hasta donde están, porque no disponían de recursos económicos suficientes para abastecerse de mercancía. A pesar del complicado panorama que atravesaron, Mateo manifiesta que se siente satisfecha con el fruto de su trabajo. Lo dice porque de ese establecimiento pudo sustentar y educar a sus hijos y obtuvo cuatro propiedades. Además, colabora con la formación académica de sus nietos.
Ventas
Los señores Díaz y Mateo no disponen de servicio a domicilio, por lo que se han inclinado por la estrategia de ofrecer sus productos a un menor costo que los demás establecimientos de su zona. Los años les han dado la razón.
Mateo pone como ejemplo que si la cerveza pequeña en los comercios minoristas cuesta RD$125, en su negocio tiene un precio de RD$120.
Las ventas del colmado Keysli llegan a los RD$10,000 los días más bajos. Sin embargo, los días con mejores niveles de ingresos podría llegar a los RD$50,000, dependiendo si es fin de semana, festivo o si en la zona hacen actividades.
Otra medida que toman los propietarios es comprar a sus suplidores con ofertas para poder obtener ganancias y así ofrecer precios económicos a sus clientes. Un valor agregado que posee el colmado son los más de 50 años en el sector de Villa Duarte, por lo que sus fieles vecinos, por la confianza, prefieren adquirir sus productos en este negocio.