El espíritu emprendedor de los dominicanos está entre los más resaltables del mundo. Sí, así como lo lee. En una economía tan difícil de entender, especialmente por lo complicado que resulta el sistema tributario, que es caro y que se la pone difícil a los más chiquitos, mantener un negocio pequeño abierto, generando empleos y siendo el sustento familiar, resulta ser una labor para reconocer.
Cuando no son los impuestos o los costos de operativos, es la inseguridad que afecta por lo general a los sectores donde operan. Una variable adicional es el poco apoyo financiero y de educación que hay desde el Estado para impulsar la expansión de estas empresas pequeñas.
Ha habido avances, por supuesto, pero para ser un emprendedor en República Dominicana hay que vestirse de héroe. Queda demostrado que la necesidad es, sin quizá, el principal combustible para emprender.