Milton Morrison no puede fallar como gerente administrador de Edesur. Por supuesto, no es infalible, como todo ser humano. No sólo es un joven con formación y con un apellido que debe cuidar. Su compromiso va más allá de lo que un funcionario del Estado debe hacer, que es “gestionar correctamente la cosa pública”, pues son bienes del pueblo y, por lo tanto, está en la obligación de rendir cuentas.
Él lo sabe y lo ha hecho. Quizá es de los pocos que habla de “tú a tú” con la gente, incluso haciendo “en vivos” a través de las redes sociales para responder las inquietudes de los clientes de la empresa que gestiona. Se expone al escrutinio, al cuestionamiento y responder cuestiones que podrían ser resueltas por ejecutivos de niveles jerárquicamente más bajos.
Amén de todo esto, sé, porque lo he vivido en persona, que en Edesur hay un celo extremo con cuidar y llevar al pie de la letra todos los procedimientos que garanticen dos cosas: la transparencia y el cuidado de los recursos públicos.
Como ejemplo palpable están los operativos o proyectos de iluminación en barrios, comunidades y residenciales. No sería raro pensar que antes de la llegada de Morrison a Edesur, por las razones que sea, había una gestión deficiente y hasta sospechosa de los almacenes. Me explico: un operativo de iluminación que sólo necesitaba 100 lámparas, 300 pies de alambres, un transformador y otros materiales complementarios, podía “necesitar” el doble porque así lo decía el reporte de los técnicos que hacían el levantamiento.
Lo que he sabido es que todos los operativos o proyectos de iluminación cumplen con un rigor que, incluso, ralentizan algunos pasos porque primero hay que verificar varias veces que el reporte de materiales necesarios para un reparar redes o alumbrados sea el correcto.
De hecho, cuando los técnicos de las empresas contratistas, que es una de las áreas más sensibles, piden lámparas o bombillas para un proyecto, hay que justificar cada unidad hasta con fotos o reportes específicos del poste, a fin de que un fiscalizador se dirija al sitio a ver que realmente hace falta. En todos los casos, por lo que sé, despachan las lámparas en cantidades prudentes para sustituirlas acorde al ritmo de trabajo estimado en un día, lo que evita que pueda haber algún desliz.
Con los técnicos que he conversado sobre este tema (y otros) dicen que “allá son celosos” con el despacho de materiales de los almacenes porque “don Morrison” pregunta por todo y le da seguimiento a todo.
En esta actitud de la gestión en Edesur es digna de reconocimiento, pues marca un antes y un después en la forma en que deben administrarse los recursos públicos. No es fácil, pero la actitud siempre será una variable fundamental. Como se ve, Milton está cuidando su nombre y los recursos públicos. Está consciente de que, por su naturaleza, los seres humanos padecen de “debilidades” que ponen a prueba su capacidad de resistencia ante los recursos ajenos.