El uso de la tecnología se está apoderando de las labores de preparación de tierra. El incremento en los costos de la mano de obra ha obligado a buscar alternativas. La siembra, cultivo y cosecha de arroz es uno de los rubros agrícolas que mayor absorción tecnológica muestra.
El productor Oliverio Espaillat, con 22 años en el subsector, se ha convertido en un defensor de la tecnología como medio para bajar costo. Invita a los agricultores o empresarios agrícolas a hacer más uso de la mecanización de los procesos, pues entiende que es la única vía para ser competitivo.
Se ha convertido en un empresario arrocero que ha encontrado en la tecnología a su mejor aliada para desarrollarse. Las cultivadoras y cosechadoras de última generación y las avionetas modernas para siembra, riego, fumigación han pasado a ocupar el lugar de la famosa cuchilla para cosechar y los caballos que junto a equipos de hombres cargaban el arroz.
En 1989 Espaillat se graduó de ingeniero agrónomo en el programa ISA-PUCMMA. Entre 1989 y 1993 trabajó con su hermano José en una finca del Caimito, que fue donde llevó la teoría que había adquirido en sus estudios universitarios.
“Me gusta mucho la tecnología y he aprendido mucho del cultivo del arroz y de otros rubros, tales como plátano y habichuelas. Sin embargo, siempre estuve más cercano a la producción de este cereal”, asintió.
En 1993 fue la entrada formal do Espaillat como empresario arrocero cuando arrendó la primera finca de 800 tareas en San Miguel, una comunidad cercana a Angelina de Cotuí. En ese mismo año incursionó en la mecanización con dos cosechadoras y ahí abrió el camino hacia el uso intensivo de tecnología para hacer más eficiente la tarea de producir arroz.
En 1995 se hizo socio de la Cooperativa de Servicios Múltiples los Arroceros (Coopearroz) y en 1997 hizo contacto con la empresa Font Gamundi, la cual lo motivó para que entrara a la recolección de arroz a granel. En ese oportunidad, junto a un grupo reducido de productores, visitó Costa Rica para ver las máquinas cosechadoras y luego en ese mismo año adquirió la primera con los dos sistemas (a granel y sacos) para reducir costos.
“Ahora las máquinas que utilizamos son cosechadoras a granel. No me interesa en uso de sacos. Para mí eso no existe. De 24 personas que se necesitaban para manejar el proceso de recolección por máquina ahora son sólo tres: uno en el camión, otro en el tractor y otro en la máquina. Eso es lo que estamos haciendo y lo que se está utilizando en todo el mundo. Es una forma de ahorrar costos y agilizar el proceso de recolección”, dijo.
Para la implementación masiva de tecnología en el sector, Espaillat sugiere la intervención de los molineros, de quienes dijo no apoyan en la medida que deberían a los productores de arroz a través de un pago más justo, ya que ahora no utilizan saco y eso baja los costos para los molinos. A su entender, debe haber una diferencia de RD$25 ó RD$30 por fanega al productor, pues el molinero se está ahorrando la compra de sacos.
El empresario agrícola estima que el cargador de saco, que es el que debe meterse a las fincas y andar entre el lodo y haciendo un trabajo muy rudo, tenderá a desaparecer más temprano que tarde.
Dentro de sus planes de seguir bajando costos también introdujo la siembra mecanizada y para aprender la técnica también se fue a Costa Rica. “Desde que llegué sembré mecanizado. Tuvimos problemas porque el arroz nacía todo el mismo tiempo y eso deprimía los precios. Sólo sucedió ese año. El tema de las malezas está totalmente contralado con productos de última generación y aprobados internacionalmente”, explicó.
Luego de varios de implementar la siembra mecanizada Espaillat llegó a la conclusión de la forma de sembrar con trasplante también pasará a la historia por lo costoso que resulta. “La siembra trasplantada es un buen sistema, funciona, el arroz produce bien, pero es costoso. Fue un sistema que llegó con la Misión China. Sin embargo, el productor debe bajar costos porque si no es así no podremos ser competitivos”, explicó.
En 2002 un piloto de avioneta se le acercó y le habló de lo que se podría lograr con la utilización de los aviones. En aquel entonces, narra, la idea era que se juntaran varios productores porque siempre necesitarían hacer la fumigación, pero no le ponía caso. “La idea no me gustó. No sabía cómo podría ser utilizada, pero nunca le dije que no”, expresó.
Luego de más de un año es que adquiere el primer avión para utilizarlo en las labores del cultivo de arroz. Lo compró en la región Este y comenzó a ver los resultados. Sin embargo, lamenta que en el país el combustible es muy costoso y que hasta el momento es el único obstáculo. En este caso es lo único que tiene limitada la aviación para uso agrícola.
Espaillat, que fue presidente de la Federación Nacional de Productores de Arroz (Fenarroz), está al frente de la Asociación de Dueños de Aviones para uso Agrícola. Entiende que el Ministerio de Agricultura está en capacidad de incentivar su uso, ya que en el país apenas hay siete compañías dedicadas a la aviación agrícola.
Para él, 2004 no fue un año bueno. Los resultados productos de las inundaciones fueron desastrosos. La finca del Bajo Yuna sufrió y se perdió todo. Dijo que esa experiencia lo marcó. En ese año se le cayó un avió de dos que tenía, pero arrancó el 2005 con optimista. Llegó a Angelina al arrendar la finca de la cual hoy es su propietario. Posee cuatro aviones para uso agrícola.