[dropcap]N[/dropcap]o soy quien anda diciendo que la batata ahora es mejor que el café. Unos campesinos del Cibao, de las tierras altas y propicias para el cultivo del café, –porque antes esa era su fuente de ingresos económicos–, ahora están más interesados en sembrar batata. Y los del Sur tampoco quieren quedarse atrás.
Al escucharles decir esto me puse a revisar las estadísticas y así corroborar con fuentes más confiables lo que ellos dicen. Y sí, tienen razón. Los datos dicen que esos campesinos también son creíbles.
Las exportaciones de batata, un vívere otrora menospreciado a pesar de sus múltiples atributos nutricionales, registra un crecimiento sostenido en el cultivo y exportación, mientras el café en grano, un cultivo otrora orgullo de los dominicanos, está de capa caída.
Mientras en 2010 se exportaron US$16.7 millones por concepto de café en grano, al cierre de 2015 apenas fueron US$5.2 millones. Y lo peor: gran parte de ese café es reexportado pues ni siquiera sale de las tierras dominicanas, sino del que se importa de Vietnam, Ecuador, Honduras y otras latitudes.
¿Y qué ha pasado con la batata? Increíblemente, porque resulta sorprendente por la desconocida tradición de exportación de este rubro, el país exportó US$5.7 millones y en los primeros tres meses de 2016 el montó llegó a US$1.6 millón. Entre 2010 y 2015 se exportaron US$30.7 millones sólo de batatas.
De café manufacturado, o sea, industrializado, el país apenas exportó US$2.3 millones el año pasado, lo que significa que de las importaciones de este grano la mayor parte es consumida por el mercado dominicano.
Lo que sí podemos afirmar es que al paso que va el cultivo del café, independientemente del esfuerzo que se haga por cumplir con un o interés particular, República Dominicana debe ponerle atención a sus prioridades.
El café no es un producto de primera necesidad, pero sí de consumo masivo. Y lo más importante: es el sustento de más de 50,000 familias y eso hay que cuidarlo.