El común denominador de la postura monetaria de los bancos centrales en el mundo fue su carácter expansivo, como forma de mitigar los impactos negativos, en ocasión del cierre de la economía por la pandemia en 2020. Lo que no fue un consenso entre los bancos centrales fue la de reaccionar a tiempo para que la expansión monetaria asumiera un carácter restrictivo, a fin de evitar que las alzas de los precios hiciera metástasis en la economía y generara una especie de circulo vicioso.
Entre los impactos no deseados de la covid-19, está la severa contracción en las economías de la región, que sin excepción cada país centroamericano registró un nivel negativo en el desempeño de su producto interno bruto (PIB). En efecto El Salvador, Honduras, Costa Rica, Guatemala y Nicaragua, mostraron tasas negativas, entre -4.1% al -9%. El PIB de República Dominicana no fue distinto, bajó a -6.7 %.
Las economías de Centroamérica, luego del punto máximo de la pandemia y la reapertura de la economía, mostraron desempeños económicos positivos, incluso, elevados, entre otras razones, por el efecto del rebote estadístico, permitiendo que cada una creciera entre 7.6% y 12.5%. Sin embargo, pasado el efecto rebote, las economías presentaron crecimientos económicos en el 2022 más alineados a su potencial, siendo el menor el PIB de El Salvador (ES) con un 2.6% y el mayor República Dominicana (RD) al registrar un 4.9%.
Los resultados del PIB de los países que aparecen en el cuadro, permiten desmitificar el relato de que estas economías, en particular la dominicana, habían alcanzado un nivel de récord histórico, olvidando la narrativa de que no hay crimen perfecto y que, pasado un año, el consumo y la inversión de venganza, al retomar la normalidad, comenzaron a ralentizarse.
La postura monetaria de carácter expansivo que programó y ejecutó el Banco Central dominicano desde y posterior a la pandemia, le trajo consecuencias negativas a la población, al causar y promover inflación más allá de la meta durante los años 2020-2023, de este último año hasta octubre, pero persistente todavía a nivel de la inflación subyacente interanual con un 4.32% a diciembre, y la de alimentos en un 6.1%.
El hecho de que la inflación subyacente y la de los alimentos se encuentren sobre la meta de inflación del 4% es indicativo de que la política monetaria no puede aun reírse antes de contar el chiste, como lo ha hecho cuando afirma que ya los precios convergieron al rango meta, que es entre 3% 5%. El nivel de la inflación subyacente continúa siendo un desafío para el Banco Central.
La Junta Monetaria aprobó para el año que transcurre su programa monetario, que agentes económicos y analistas esperaban y, en efecto, las métricas que aparecen en los indicadores del programa en materia de la base y los agregados monetarios pueden comprometer el desempeño de la economía en el mediano plazo, así como al empleo y frenar el poco avance que se ha logrado en la gerencia de los precios, haciendo que la inflación general retorne.
El hecho de que en República Dominicana se efectúen dos procesos electorales y posibilidades de tres, que lleven al país a involucrarse hasta junio en actividades políticas, puede ser un elemento adicional que trastorne el desempeño económico.
Para fines de identificar amenazas que puedan comprometer más la continuación del deterioro de la economía, esta opinión se centrará en el examen cruzado de distintas variables, como el de la base monetaria restringida (BMR) y la inflación. Para ese objetivo, este examen se divide en dos, el primero, relacionándola en términos de los indicadores proyectados y el segundo, con valores de datos observados.
En la parte relativa a la base monetaria restringida, se puede apreciar el conjunto de la emisión monetaria y los depósitos que las entidades de intermediación financiera mantienen en el Banco Central, su tasa de crecimiento prevista al momento de preparar el marco macroeconómico del presupuesto nacional de cada nuevo año, para los años del 2019 al 2024 fue como sigue.
La postura monetaria anticipada mostró para cada año una base monetaria restringida proyectada (BMRP) alineada al desempeño del PIB nominal estimado, sugiriendo poca presión inflacionaria para los años 2019 al 2021, no así para el 2022, en donde se podían pronosticar presiones hacia el incremento de precios, por superar la base monetaria restringida al PIB nominal en 4.1 puntos porcentuales; en cambio, en la del 2023 se podía pronosticar menos presión hacia precios altos, por mostrar la base monetaria un nivel muy inferior al PIBN. Para este 2024, ante una postura monetaria que supera al PIBN en 5.86 puntos porcentuales, la posibilidad de que se retorne el alza en la inflación no resulta descabellada.
Al cruzar la BMRP con la base monetaria restringida registrada (BMRR), se puede apreciar que en los años del 2019 al 2021 la BMRR fue superior al de la BMRP, siendo la del 2020 la más pronunciada, con un desvío hacia arriba de un 13.1 puntos porcentuales (pp), explicada por la postura monetaria expansiva en la pandemia y el menor desvío (0.9 pp) se produjo en el 2019, año prepandemia. En cambio, en los años 2022 y 2023 la BMRR fue menor a la BMRP, siendo la más pronunciada la del año pasado, con un desvío de 3.8 pp.
Para el 2024 queda la incógnita de hacia donde se dirigirá el desvío, considerando esta opinión que será a favor del cumplimiento, ante el periodo electoral, que sugiere una marcada intención a favor de una postura monetaria expansiva, amigable al interés gubernamental, pero perjudicial hacia el comportamiento de los precios, que previsiblemente puede estar sobre la meta de inflación que es de un 4%.
Recordemos que el PIB real se ha estimado en un 5% y el nominal en un 8.94%, pero la BMRP es de un 14.8%, una métrica muy distanciada de la programación monetaria en los años de normalidad.
La BMRR expansiva muestra una fuerte asociación con la tasa de inflación registrada, especialmente en los años del 2020 al 2022, cuando hubo las mayores tasas de inflación.
El año 2023 cerró con un desempeño económico de un 2.4%, inflación de los alimentos de un 6.1% y una inflación subyacente de un 4.32%, así como una tasa de desempleo abierto en su cifra más actualizada es de un 5.4%, superior a la de 2022 que fue de un 4.8%.
Estos datos son representativos para pensar que una postura monetaria expansiva en el 2024, ante un escenario electoral incierto y presiones cambiarias como factor novedoso, son razones suficientes para preocuparse y advertir que al final de este año las cosas pueden resultar peor que la del año pasado, registrando más inflación y socavando el crecimiento económico y el empleo.