Los haitianos que residen en Haití y en otros países como República Dominicana ponen sus esperanzas en las elecciones del próximo día 20en espera de una mejoría económica y social. Los inmigrantes que residen en la República Dominicana, una buena parte de ellos ilegales, se debaten entre el escepticismo y la esperanza de que la situación económica, social y política mejore en su país tras las elecciones del 20 de noviembre.
Una situación que ha empeorado por el paso del huracán Matthew por Haití, y que obligó a aplazar por cuarta vez los comicios previstos para el 9 de octubre, ante la devastación que dejó el fenómeno, con al menos 573 muertos, 75 desaparecidos y 1,890 millones de dólares en daños.
Algo más de seis millones de haitianos están llamados a votar por uno de los 27 candidatos presidenciales, más de un año después de haberse celebrado unos comicios cuyos resultados fueron anulados por presuntas irregularidades.
La cita con las urnas se produce bajo un gobierno provisional dirigido por Jocelerme Privert desde el mes de febrero, después de que el expresidente Michel Martelly terminara su etapa de gobierno.
En la República Dominicana hay unos 500,000 haitianos, según datos de la Mesa Nacional para las Migraciones y Refugiados (Menamird) pero muchos, especialmente los que se encuentran en situación irregular, tienen miedo de hablar con la prensa.
En junio del año pasado expiró el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, surgido a raíz de la sentencia emitida en 2013 por el Tribunal Constitucional de la República Dominicana, que establece que los niños nacidos de padres extranjeros indocumentados en el país desde 1929 no habían tenido nunca derecho a la nacionalidad dominicana.
Al menos 200,000 haitianos no se inscribieron en el plan o, incluso, han entrado ilegalmente en el país desde entonces, de ahí el miedo a exponerse a ser deportados si hablan con la prensa.
En el barrio denominado “pequeño Haití” de Santo Domingo, el padre Pierre, pastor de una iglesia baptista donde se congregan los inmigrantes del país vecino, señaló en declaraciones a Efe que muchos compatriotas tienen esperanzas puestas en que las elecciones sean el inicio de un cambio que, algún día, les permitirá volver a su patria.
Creen que un nuevo gobierno traerá estabilidad política, lo cual redundará en inversión extranjera y local que mejorará la economía del país, y quieren formar parte del proceso con su voto, así que, ante la imposibilidad de ejercer el derecho al sufragio desde aquí, se desplazarán a su país para hacerlo.
“Los haitianos que tienen documento electoral van a votar. Escuché eso. El deseo de todos es que haya un gobierno democrático en Haití”, señaló el pastor, que exhortó a los líderes de su país “a trabajar para que haya estabilidad política, económica y social”.
“Esperamos que haya una elección libre” y quien gane “cuente con el apoyo de los demás para que el país salga adelante y haya progreso”. Cuando haya estabilidad “creo que, inmediatamente, van a volver a trabajar y a invertir allá, porque uno siempre se encuentra mejor en su país”, afirmó.
Para Pierre, es importante aprender de los errores pasados porque “la situación actual del país es resultado” de las equivocaciones cometidas por la clase política del país, y “deben reflexionar, porque la culpa no es del pueblo, es de ellos”, agregó.
Una visión diferente es la que aporta el director del capítulo haitiano del Movimiento Socio-Cultural de los Trabajadores Haitianos (Mosctha), Roudy Joseph, porque cree que las esperanzas de sus compatriotas de que las elecciones traigan un cambio son infundadas.
“Esa ilusión es consecuencia de la propaganda a través de las redes sociales (…) Se da a conocer cualquier pequeña acción, y eso les hace creer (a los que viven fuera), que se están haciendo cosas”, argumentó.
Incluso hay quienes, desde este lado de la frontera, “están orientando a sus familias y amigos para que voten” por un candidato determinado. Una tendencia ante la cual se han empezado a organizar debates en la comunidad haitiana de Santo Domingo para que sus miembros estén informados a la hora de ir a votar, aseguró el dirigente del Mosctha.
Eso, quienes vuelvan al país para ejercer su derecho, algo que, según Joseph, harán pocos ciudadanos porque existe un enorme “desencanto” con la clase política que llevará a que la participación, que el año pasado fue del 30 por ciento, se reduzca aún más y que se complique por los efectos de Matthew.
Además, los candidatos a la Presidencia haitiana “no han hecho campaña orientada a los inmigrantes; en sus programas no hay contenidos sobre migración ni sobre las relaciones bilaterales con la República Dominicana”, así que la diáspora se siente olvidada, afirmó.
Para el representante de los trabajadores haitianos, “la salvación del país no está en el proceso electoral mismo. Cumplir con la premisa básica de la democracia de ejercer el sufragio universal no va a terminar con los problemas de Haití”, dijo.
“Lo que se necesita es determinar un modelo de desarrollo. Que todas las fuerzas políticas y sociales pongan en común un proyecto de nación”, agregó.
Los retos de la economía
La recuperación de la economía, el éxodo de miles de ciudadanos, la corrupción y los estragos causados por el huracán Matthew sobre buena parte del país, son algunos de los principales retos que debe afrontar el nuevo Gobierno.
A esto se agregan los graves problemas de salud, tráfico de drogas, bajos niveles de educación, debilidad en la Justicia y la inseguridad, solo amortiguada en parte por la presencia de miles de cascos azules de Naciones Unidas.
Antes del azote de Matthew, Haití ya tenía un cuadro desolador: 3.5 millones de sus casi 11 millones de habitantes viven en situación de pobreza y otros 1.5 millones lo hacen por debajo de esa línea, el desempleo ronda el 70 por ciento, y la inflación el 12%.
Estos días, el gourde, moneda local, se comercializa a 66 por un dólar estadounidense.
Más de un mes después del paso del huracán Matthew,la situación de miles de desplazados sigue siendo crítica.
Unas 140,000 personas siguen en refugios temporales en Haití, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que alertó también de que la temporada de siembra en noviembre y de la cosecha que se espera al principio de 2017, pueden verse críticamente afectadas, exacerbando y prolongando la inseguridad alimentaria aguda hasta bien avanzado el próximo año.
El huracán Matthew, que ha causado la peor crisis humanitaria después del terremoto de 2010, ha provocado el resurgimiento del cólera.
En Les Cayes (sur) y Jeremie (suroeste), el Gobierno y Unicef iniciaron un amplio programa de vacunación contra el cólera, que mató a casi 10.000 haitianos desde que surgió en el país en 2010, meses después del devastador terremoto que causó la muerte a unas 300.000 personas, un número similar de heridos y el desplazamiento de 1,5 millones.
Aún las calles de Puerto Príncipe son testigos de los varios miles de refugiados del terremoto que viven en precarias condiciones en casas de campaña.
La crisis política surgida previo a los comicios del año pasado y posterior a ellos causó la parálisis de proyectos de inversión en varios puntos de la geografía haitiana, particularmente ha causado merma en la visita de turistas, una de las fuentes de sustento del país.
La corrupción gubernamental es alarmante, según destacan diversos sectores en el país. Una comisión del Senado desveló la existencia de una amplia red de malversación en los fondos provenientes del programa Petrocaribe, que deberían ser utilizados en asistencia social.
Hace varios años que Estados Unidos decidió suspender buena parte de la ayuda al país, porque supuestamente los aportes iban a parar a los bolsillos de altos funcionarios.
Una situación tan dramática provoca que miles de haitianos se desplacen a la vecina República Dominicana, y en menor número a Estados Unidos, Brasil, Chile y Panamá, entre otros países.
A lo largo de este año, unos 10,000 haitianos consiguieron llegar a México con el propósito de cruzar a territorio de Estados Unidos; y Brasil dio el año pasado residencia permanente a casi 50,000 haitianos que ingresaron al país en los últimos cinco años.
Las remesas que envían los haitianos desde el extranjero representan ingresos vitales para la debilitada economía del país, ya que de acuerdo al Banco Mundial (BM) la diáspora envió 1,997 millones de dólares en 2015, un 23% del PIB de Haití.
“Si gano la elecciones vamos a crear empleos, crear programas de salud pública e invertir en la juventud”, dijo recientemente en un acto de campaña el candidato Jude Celestin, el segundo más votado en las anuladas elecciones presidenciales del año pasado.
De su lado, la candidata presidencial del partido Familia Lavalás, Maryse Narcisse, afirma que desea llegar al poder para, entre otras cosas, “terminar con el sistema de exclusión social que solo favorece a la minoría que controla los bienes del país”.
“El año pasado gastamos 100 millones de dólares en elecciones que fueron anuladas; estamos en esta crisis porque hay personas que no ven al país como prioridad. Hoy lo que estoy proponiendo es poner Haití de frente como la prioridad de las prioridades”, exclamó en campaña Jovenel Moise, el candidato más votado en los frustrados comicios.
El panorama que espera al nuevo Gobierno haitiano exigirá de sus responsables grandes esfuerzos para mejorar en parte la penosa situación del país más empobrecido de América.