[dropcap]P[/dropcap]ara muchos, la profesión de economista se compara con el de la disciplina de prestidigitación, toda vez que estos se abrogan la facultad de pronosticar/adivinar lo que será el futuro de la economía y, una vez ocurrido los hechos, se encargan de justificarlos ya sea que exista desviación o no en los resultados.
Así, los economistas nunca se equivocan, pues tienen licencia para interpretar cada uno de los fenómenos pronosticados u ocurridos. Partiendo de esa premisa, se puede presagiar sobre el futuro económico, político y social con Donald Trump en la presidencia de EE. UU.
Si, como buenos economistas, partiéramos de su discurso de la campaña, y de sus afirmaciones con posterioridad a su triunfo, pensaríamos que la incertidumbre será una constante mientras él esté en el poder. Así, un incontrolable Trump no solo ofende a sus adversarios y detractores, sino que los descalifica con epítetos reservados para la plebe.
Esto indica que el futuro cercano estará provisto de un nuevo vocabulario presidencial, cuya amplitud solo la sabremos cuando concluya su mandato, y/o cuando una luz divina sugiera un arreglo viable para el mundo, los estadounidenses y, en particular, para el Partido Republicano.
Con una evidente incapacidad para entender la complicada geopolítica actual, a Trump le da con responder, vía Twitter, a cualquier comentario que, por ejemplo, haga Putin, el presidente ruso, los japoneses, el presidente mexicano o cualquiera que sea de su espontáneo interés. La señal aquí es que no estaremos políticamente tranquilos durante los próximos años, y roguemos porque no le dé con jugar a la guerra, pues ahí las bromas son pesadas y riesgosas.
Con Trump el muro va, independientemente de quien lo financie, por lo que los mexicanos pueden ir poniendo casas de campaña para conseguir empleo en la empresa que gane la licitación, ya que si de algo estamos seguros es de que los obreros mexicanos, indocumentados o no, serán los hacedores del muro.
Continuando los pronósticos, es poco probable que la economía de EEUU disminuya su ritmo de expansión; esto así, debido a que, si bien Trump parece un acertijo en todo, su visión de los negocios es clara y él sabe que no puede jugar con los empleos y los ingresos de la gente.
Lejos del mundo de Donald Trump, con quien asume la Presidencia de EEUU se pueden pronosticar algunas cosas aquí en el patio. Empezando por el caso de Odebrecht, y la alusión al tamaño de los sobornos para la consecución de contratos, nos llega al oído el estribillo de una famosa canción…”sé que nada pasará…”.