[dropcap]L[/dropcap]ocalmente se le conoce como “cuté” a los esmaltes de uñas, debido a la afamada marca Cutex que se catapultó como una de las primeras en el mercado, pues llegó a República Dominicana hace cerca de medio siglo.
Su uso también ha sido objeto de mitos en algunos campos dominicanos. Se sabe que en áreas rurales de la provincia La Vega existe la creencia de que la mujer no debe ser sepultada con las uñas pintadas porque, según los religiosos, eso le impediría entrar al Paraíso.
Los esmaltes de uñas, utilizados también por hombres (usualmente transparente) tienen un origen milenario, pues antes de convertirse en una costumbre en estos tiempos, era utilizado por los chinos y los egipcios muchos años antes de Cristo, pero no como un producto químico, sino como pigmentación natural a base de huevo, cera de abeja y otros ingredientes sacados de la cocina.
Elegir los colores era una cuestión de clase social. Uno de los manuscritos del siglo XV que habla sobre la dinastía Ming en China, cita que los colores rojo y negro eran simbólicos para la aristocracia, mientras que otros datos históricos relatan que eran los tonos metálicos como el oro y la plata los que simbolizaban poder y alta alcurnia.

Con los egipcios pasaba lo mismo. Se dice que la reina Cleopatra se pintaba las uñas de rojo oscuro o marrón, como una forma de hacer notar su atractivo personal, mientras que las mujeres de más bajos recursos se las pintaban de colores pálidos, algo que ha cambiado mucho al día de hoy.
A pesar de la tendencias de los tonos oscuros durante la década de 1980, los colores cálidos o llevar las uñas al natural nunca pasaron de moda. Las mujeres de la realeza son el vivo ejemplo de que las tonalidades pasteles son los que determinan la clases sociales.
A finales del año pasado, la reina Letizia, de España, se dejó ver con las uñas de rojo y esto causó un gran revuelo para la prensa rosa de esa nación europea, ya que nunca parecía lucir ningún color.
Fue en el siglo XX cuando la historia del esmalte de uñas tomó su rumbo. La marca Cutex asumió las riendas del mercado en 1927 y presentó pinturas o lacas sintéticas para uñas (similar a la de los automóviles), con colores claros, rojo y rosa, que apenas duraban un solo día. A raíz de esto, otras marcas afianzaron su puesto, como el caso de Revlon que comenzó a comercializar en almacenes sus propios esmaltes a gran escala desde 1932 y con mayor duración.
Con la fuerza de las campañas publicitarias de los años 40, la revolución del esmalte acaparó las portadas de las principales revistas estadounidenses. El mundo del espectáculo impulsó aún más su uso, pues las cantantes y actrices más populares influenciaron a las mujeres a dejar de utilizar las uñas al natural.
Con las nuevas tecnologías de producción, la industria mejoró, al punto de que empezaron a surgir marcas que aún permanecen en el mercado para competir como las mejores en cuanto a calidad, precio y duración, así como otros elementos que forman parte del kit para el cuidado de las uñas, como el removedor de esmalte (acetona) e incluso las uñas postizas.
Proceso de fabricación de los esmaltes de uñas
Para elaborar esmaltes, hoy en día los laboratorios tienen un nivel de producción bastante medido y su modo de elaboración depende del toque especial que las empresas consideren que debe llevar su producto.
Essie, la marca de cosméticos norteamericana revela que para elaborar su producto, utiliza pigmentos para lograr color y capacidad de cobertura, laqueadores (de nitrocelulosa) para que el esmalte tenga resistencia y brillo al secarse; resina (tosilamida formaldehído) para que el producto sea resistente y tenga elasticidad.
Otros elementos utilizados son la arcilla para suspender y mantener la mezcla de los ingredientes; los plastificantes para impedir que la pintura se convierta en cascara y los estabilizadores de rayos ultravioleta para evitar que el sol y la luz decoloren o modifiquen el color del esmalte.
Durante el proceso de elaboración se controla la estabilidad y la viscosidad del esmalte y se asegura la calidad del producto a través de un filtrado para eliminar los residuos que pueden ser tóxicos. Luego, se mide la cantidad que contendrá el frasco para que este sea llenado por las máquinas industriales que destilan el espeso líquido.
Toxicidad de los esmaltes
Los fabricantes de cosméticos, incluyendo los de esmaltes han etiquetado sus productos como libres de toxinas, cuando en realidad no es así. Científicos han sacado a la luz toda una clase de irregularidades en el sector como el uso del tolueno, un químico que puede provocar defectos congénitos y problemas relacionados al embarazo.
Otros hallazgos revelan que el ftalato de dibutilo (DBP) utilizado en los esmaltes es una sustancia cancerígena.
La industria del esmalte
El sector de la belleza y la higiene personal en República Dominicana camina con buen pie tras la creación del Clúster Dominicano de la Belleza, el cual genera 193,500 empleos directos, distribuidos en 3,500 fabricantes, 150,000 salones de belleza y 40,000 en el renglón “otros”, según su presidenta, Rommy Grullón.

Grullón informa que los esfuerzos de la entidad están dirigidos a garantizar la calidad de los productos que se elaboran localmente y las marcas que los elaboran buscan afianzar su participación en otros mercados internacionales y de esta forma seguir promoviendo las exportaciones.
La presidenta del clúster destaca que en ese proceso de expansión, los productos de belleza dominicanos empiezan a dar sus primeros pasos en mercados poco tradicionales para las exportaciones dominicanas, como el continente africano e incluso la promoción en Francia, país que se destaca por la calidad de sus productos cosméticos y estéticos.
“Los mercados a los que están llegando nuestros productos son San Martin, Bahamas, Islas Vírgenes, España, Aruba, Curazao y Suiza”, indica Grullón.
Otros datos, arrojados por Euromonitor International, la empresa dedicada al análisis de indicadores, el sector de la belleza y la higiene personal en República Dominicana generó ventas por RD$6.2 mil millones en 2015.
De acuerdo al clúster, estas cifras demuestran que el comportamiento y desempeño del sector de la belleza en el mercado dominicano crece en un promedio de un 5% al año tras año, por lo que las marcas de belleza de fabricación nacional forman parte de una serie de productos emblemáticos y representativos del país en cada una de sus tiendas.
Según datos de la Dirección General de Aduanas (AGD), en 2014 y 2015 las exportaciones del sector ascendieron a US$60 millones, orientadas a países como Estados Unidos, Haití, Puerto Rico, Cuba, Panamá y Venezuela.
Tendencias
Tras las nuevas tendencias de secado y aplicación de esmaltes surgen los bares de uñas especializados en el cuidado y manos y pies con un concepto parecido a bares, con el fin de brindar conformidad a las mujeres. Estos locales ofrecen toda una gama de colores difíciles de elegir por la gran variedad de esmaltes con calidad.

En el mercado, el precio promedio de los pintauñas locales va de los RD$25 hasta los RD$45, mientras que los de marcas internacionales podrían superar los RD$600. Actualmente el esmalte más costoso del mundo es el Black Diamond, de Azature, y cuesta US$250 mil por estar fabricado con 267 quilates de diamantes negros.
Clúster de belleza dominicano
El Clúster Dominicano de Productos de Belleza agrupa 45 empresas fabricantes de cosméticos y de cuidado personal, todas apostando a la competitividad de los diferentes actores que intervienen en esta industria.
El Clúster ha sido el resultado del Programa Innovación Industrial: Compitiendo en rapidez y flexibilidad, el cual es desarrollado por la Asociación de Industrias de República Dominicana (AIRD), en colaboración con el Consejo Nacional de Competitividad (CNC) a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Actualmente el clúster desarrolla un Plan Estratégico que ha sido fruto del trabajo conjunto de los empresarios participantes de la iniciativa.
Este plan se rige por cinco puntos importantes, que son el desarrollo de productos, estrategias de proveedores, mejoras de procesos, desarrollo de mercados e internacionalización, consolidación y proyección del clúster.