La definición e implementación de políticas públicas que apunten al desarrollo de un país, tiene siempre como antesala la producción y difusión de información económica, sociodemográfica, ambiental y cultural. Ahora bien, ¿qué tanto se está consciente de esta realidad? ¿Se están dedicando los recursos necesarios para producir todas las estadísticas oficinales que se requieren? ¿Están articuladas todas las entidades, públicas y privadas, que generan estadísticas y/o registros administrativos? ¿Se le está dando el uso adecuado a las estadísticas oficiales que producen las entidades del sector público, tal como la Oficina Nacional de Estadística (ONE)?
La anterior reflexión viene a cuento, debido al hecho de que muchas veces pasamos por alto elementos que son fundamentales para alcanzar el desarrollo, pero a los cuales no se les da la importancia requerida. Por ejemplo, conocer el tamaño y características del parque vehicular dominicano, sería un importante insumo para el diseño de una adecuada política de transporte a nivel nacional. Y no se refiere a conocer el número de vehículos que existen en el parque vehicular, sino determinar cuál es su estado, su nivel de antigüedad, el tipo de propiedad, entre otros.
Otro ejemplo de lo anterior es el vinculado a la política migratoria, la cual sería más fácil de diseñar si conociéramos, realmente, la cantidad de extranjeros, no solamente de procedencia haitiana, que viven en territorio dominicano; la forma en que entraron al país, sus condiciones de vida, dónde habitan actualmente, entre otros detalles. Por igual, una política de salud fuera mejor diseñada y, probablemente, mejor implementada, si se tuvieran las estadísticas reales de la cantidad de recursos que las familias dedican a servicios de salud, el número de médicos que cobran un sobre precio, aun cuando los pacientes tengan seguro médico, el número de enfermeras y médicos que son pobres, la cantidad de personas que mueren en los centros de salud, ya sea públicos o privados, por causa de infecciones por bacterias, así como el porcentaje de clínicas privadas y hospitales públicos que deberían estar cerrados por la mala calidad de sus servicios.
Por último, de gran utilidad sería para el diseño de la política monetaria y, particularmente, para la realización de una adecuada supervisión bancaria, conocer la cantidad de recursos que los intermediarios financieros le cobran a los clientes/usuarios de sus productos financieros, a partir de cargos que se le colocan y que son desconocidos por estos individuos. Se ve que falta promover una cultura estadística que nos ayude a defendernos.