Santo Domingo avanza. La Alcaldía del Distrito Nacional ha hecho importantes aportes para embellecer la ciudad, en tres los que se pueden destacar dos rescates importantes: el Monumento Fray Antón de Montesinos y Plazoleta La Trinitaria, dos símbolos que habían estado abandonados por muchos años. Lo que se ha hecho en el Malecón también es loable, pero aún faltan algunos tramos.
Los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo, construido en la ribera del Éufrates, en Babilonia, que hoy es Iraq, representaron, en su momento, motivos de orgullo para la ciudad. Su inspiración es hoy motivo de debates, pero su belleza fue incuestionable.
La antítesis de esta maravilla del mundo antiguo son los “los cables colgantes de Santo Domingo”, una obra maestra de las telefónicas y empresas de televisión por paga que, luego de años y años de trabajo sin aparente preocupación por la belleza de la ciudad, embadurnan la vista de Santo Domingo y otras ciudades frente a las narices de todo el que tiene poder de decisión.
Ninguna de estas empresas, en una sociedad mínimamente organizada, se atreve a violentar las normas urbanas relativas a mantener la armonía entre el medio ambiente y el desarrollo de la ciudad. ¿Qué ha pasado aquí? No se sabe si ha sido dejadez, falta de conciencia y empoderamiento de las autoridades, o simplemente es complicidad implícita (o explícita) de las alcaldías con las empresas que tiran y tiran cables hasta más no poder en detrimento de la belleza que merece toda ciudad.
Las comunicaciones modernas son necesarias, el Estado necesita de las empresas (de todas) para generar riquezas a través de la prestación de un servicio o producción de un bien, pero esto jamás debe ser en perjuicio de la humanidad.
Ponerle orden a este caos visual, a toda luz el resultado de la falta de acción de las autoridades, es un imperativo que ya merecen nuestras ciudades. Comencemos por las principales urbes a ver si logramos ponerle coto a esta muestra de subdesarrollo.