La semana pasa el Senado de la República envió a una comisión de estudio el proyecto de ley que busca facilitar hasta el 30% de los fondos de pensiones del sistema de capitalización individual a los trabajadores cotizantes para, supuestamente, enfrentar la difícil situación económica que atraviesan actualmente debido a los efectos del Coronavirus covid-19.
La iniciativa posiblemente se quede en comisión hasta que le pasen dos legislaturas consecutivas y entonces perima, lo cual evitaría que se convierta en ley. Los efectos de la devolución de un 30% de los fondos de pensiones no solo ponen en peligro el patrimonio necesario para su retiro luego de tres décadas de trabajo, sino que tendría efectos negativos sobre la economía.
Sin embargo, deseo analizar otro aspecto negativo que conlleva el hecho de plantear de manera alegre el posible gasto de una parte de los fondos de pensiones; no digo la inversión, porque esos fondos, efectivamente, se invierten y deberían invertirse más para alcanzar mayor rendimiento.
El tema de devolverle una parte a los trabajadores implicaría gastarlos, no necesariamente invertirlos y, en caso de que así sea, serían inversiones individuales, que no tendrían un efectivo positivo de manera colectiva como cuando se usan para financiar obras de infraestructura en forma de financiamientos con buena tasa de retorno.
El asunto es que los fondos de pensiones son para el retiro de los trabajadores, pero no son en su conjunto aportados por los trabajadores. De hecho, los trabajadores, de forma individual, aportan alrededor del 3% de su salario para alimentar ese fondo, mientras que los empleadores aportan alrededor del 7%. Luego, las Administradores de Fondos de Pensiones (AFP) invierten esos fondos para obtener rendimiento (tasa de interés) y contribuir a su crecimiento.
Lo anterior indica que si usted, como trabajador, tiene acumulados 100,000 pesos en su fondo de pensión, es porque usted aportó 30,000 pesos, mientras que su empleador puso los otros 70,000 pesos. El 70% del fondo de pensiones, que es de su propiedad, no ha sido ahorrado por usted, sino por su empleador, aunque el dinero es suyo, para su pensión.
La aclaración viene a cuento, porque, así como se plantea de manera alegre que se le devuelva una parte de esos fondos a los trabajadores, también pueden surgir planteamientos alegres de parte del sector empresarial para que, de igual forma, también les devuelvan una parte de esos recursos, pues, aunque son para los trabajadores, ellos han aportado la mayor parte (un 70%).
Si eso ocurriera tendríamos una lluvia de quejas y manifestaciones de rechazo, especialmente de parte la clase trabajadora; pero ese reclamo no sería descartable si ahora se permite que se haga para, supuestamente, beneficiar a los trabajadores.
El sector empresarial, especialmente los dueños de micro y pequeñas empresas están pasando por difíciles momentos de crisis económica, a causa de la parálisis provocada por la presencia del Covid19, lo cual indica que tendrían tanta o más justificación que los trabajadores para pedir que se les permita usar parte de los fondos de pensiones. Algo, a todas luces inaceptable.
Sí. Inaceptable. Como también debe ser inaceptable que se pretenda hacer lo mismo para los propios trabajadores. La inaceptabilidad es porque no deben ser los trabajadores quienes usen de su propio fondo de pensiones para enfrentar parte de esta crisis. Esa parte le toca al Estado, con la colaboración y el sacrificio de todos.
Los fondos de pensiones tienen un propósito específico establecido expresamente en la Ley 87-01 sobre Seguridad Social, que es garantizar una pensión para cada trabajador al momento de su retiro cuando tengan 30 años de cotización o más de 60 años de edad, de acuerdo con cada caso.
Por eso, los fondos de pensiones deben ser intocables para su reducción o gasto y sólo se debe aceptar su uso para inversiones conjuntas con tasa de rentabilidad que los hagan crecer, por medio de la administración correcta de las AFP.
Los primeros interesados abogar por la intocabilidad de esos fondos deben ser los propios trabajadores, porque, de usarse de manera alegre, ellos serían, a la larga, los más perjudicados, pues afectarían lo poco que pudiera quedarles para su retiro al envejecer.