La corrupción administrativa parece ser endémica en República Dominicana, pero esto no quiere decir que sea un fenómeno exclusivo a nuestro país. En otras naciones se han destapado enormes escándalos de corrupción, pero con la importante diferencia de que, en estas, los culpables de los hechos delictivos han sido procesados y enjuiciados.
El más reciente y sonado caso es un tremendo escándalo de corrupción a nivel internacional, denominado el “Escándalo 1MDB”. El mismo ha llevado al cambio de gobierno de Malasia, el enjuiciamiento de su exprimer ministro, y una multa de cifra récord pagada por el banco de inversión internacional Goldman Sachs.
El 1Malaysia Development Berhad (1MDB) es un fondo de inversión del gobierno de Malasia. Lamentablemente, como ocurre en muchos casos en que el gobierno administra de manera libre fondos de inversión, el mismo se canalizaba a sectores y empresarios favorecidos del gobierno de turno.
Sin embargo, en 2015 se destapa un escándalo de corrupción, en el cual se acusa al entonces primer ministro Najib Razak de haber malversado más de US$700 millones para su provecho personal. El evento generó un amplio repudio en la población malaya, aunque los fiscales de turno, que respondían al gobierno central, archivaron la investigación.
Ante el sentir de impotencia, en las elecciones de 2018 se genera un amplio voto de rechazo, culminando en el retorno al poder del antiguo contrincante de Razak, el antiguo primer ministro Mahatir Mohammad. El nuevo primer ministro ordena que se reapertura la investigación.
La investigación, realizada de manera pública y transparente, reveló detalles que no dejaron de sorprender: 1MDB no tenía auditor externo, ni interno; 1MDB había asumido deuda ascendente a casi US$12 mil millones, incluyendo bonos y operaciones internacionales lideradas por Goldman Sachs (que, por solo una operación de captación de fondos, recibió un pago de US$300 millones como comisión); y Razak, el antiguo Primer Ministro, tenía lujosas propiedades, cuentas bancarias millonarias, y otros objetos valiosos, ninguno de los cuales pudo justificar haber obtenido.
Por igual, el gerente del 1MDB, Jho Low, vivía una vida extravagante, viajando en jet privado y cargando gastos personales millonarios (en dólares) al fondo. Entre las imputaciones más llamativas destaca que Low, personalmente –aunque con fondos de 1MDB– invirtió US$100 millones en la película “The Wolf of Wall Street”, irónicamente convirtiéndose en un productor ejecutivo de una filme sobre un defraudador millonario.
Hace apenas días, luego de un largo juicio público, oral y contradictorio, Razak fue condenado a una pena de 12 años en prisión, que hasta pareciera leve debido a la gravedad de las imputaciones, pero no deja de ser un castigo al entonces primer ministro del país. Por igual, Goldman Sachs acordó el pago de una multa ascendente a US$3.9 mil millones a favor de Malasia, de esta forma restituyendo una parte del daño causado.
En este caso tan sonado, con personas e instituciones de renombre y poder, se logró una condena judicial y restituir el daño causado por la corrupción. No parece mucho aspirar a que en nuestro país también logremos castigar la corrupción administrativa, empezando por un ministerio público fuerte e independiente.