La verdad hay que decirla: República Dominicana ha avanzado muchísimo en materia de supervisión bancaria y, por tal razón, hoy tenemos un sistema financiero robusto y generador de confianza. Por supuesto, hay otras virtudes que se pueden destacar de la banca local, tales como sus altísimos niveles de eficiencia, internacionalización, normas prudenciales y rentabilidad. ¿De qué dependen sus ganancias? Es otro tema.
Lo que sí es oportuno destacar es una acción del recién posicionado superintendente de Bancos, Alejandro Fernández W., quien tuiteó una experiencia que tuvo mientras se ejercitaba en el Mirador Sur. Se le acercó un ciudadano común, usuario de los servicios financieros (o busca serlo), quien le planteó su amarga experiencia al intentar abrir una cuenta de nómina. Lo que le sucedió, sin quizá proponérselo, alertó sobre una debilidad que aún tiene el sistema respecto a los usuarios.
Aunque hay que tomar en cuenta que la banca está obligada a protegerse del lavado de activos, la aplicación de esta legislación y otras relacionadas, incluyendo acuerdos internacionales, genera discriminación quizá involuntaria hacia los usuarios porque se mide a todos con la misma vara. Esta experiencia del superintendente ha generado opinión pública porque fue con él que sucedió, pero son casos de la cotidianidad. Esta práctica, achacable a las regulaciones, hay que bien reglamentarla.
Para abrir una cuenta de nómina, por ejemplo, sólo es necesario hacer la declaración de lugar, llevar la carta de la empresa con el salario que recibirás y demostrar que usted ciertamente es quien dice ser, entre otras variables afines.
Si el usuario que intenta abrir una cuenta de ahorro o de nómina estuvo en la cárcel, por el delito que fuera, si purgó la pena ya debe recibir la oportunidad de la sociedad para reinsertarse en el entramado de la economía. Si no sucede así, está demostrado, ese individuo está haciendo forzado a reincidir.
Si bien el sistema de intermediación financiera ha logrado robustez en el sentido amplio de la palabra, parece que en lo atinente a variables sensibles con los usuarios hay temas pendientes. Por suerte, y hay que recalcarlo, el nuevo superintendente lleva más de 15 años no solo analizando el sector bancario y asesorando a entidades bancarias, sino también ejerciendo la comunicación, la educación financiera y la lucha por los derechos y la inclusión de los usuarios.
Fernández W. prometió, luego de esta experiencia, presentar a la Junta Monetaria, dentro de sus primeros cien días de su gestión, un proyecto de norma para regir las cuentas de nómina y evitar que las entidades financieras discriminen a personas que se reinsertan a la sociedad después de tener conflictos con la ley.
“No darles la oportunidad a ellos es crear aún más divisiones y castas en nuestra sociedad”, considera el nuevo funcionario. Estoy de acuerdo con esta decisión y actitud del superintendente. Cuando no esté de acuerdo con algo, y ojalá nunca sea, también lo diré. Confío en la capacidad profesional del superintendente, en su decisión de lograr una gestión de calidad, apegada a las mejores prácticas en favor del país, y su alta sensibilidad en temas relacionados con la defensa de los usuarios. Enhorabuena.