Implementar un nuevo concepto de negocio es un proceso retador, que requiere de sacrificios y persistencia. Así lo describe Anabella de Castro, copropietaria de Carne & Co., una carnicería bistró, que ha impulsado el consumo de carne criolla, grassfed con sello nacional, sin hormonas ni preservativos.
“Creía mucho en lo que estaba haciendo. Estaba convencida de que si lograba que tú, por ejemplo, fueras a mi negocio y probaras mi carne te ibas a enamorar de ella y te convertirías en mi cliente”, recuerda De Castro, quien afirma que muchas veces esto no pasó, pero seguía insistiendo hasta que logró posicionar la marca. “Me decía que es una labor de amor y de persistencia”.
Su inicio en el proyecto se enmarcan en una licencia de embarazo y la solicitud de su hermano Enrique Carlos. “Me dice ‘tengo esta idea’ y me propuso a que le diera un año para ayudarlo a desarrollarla. Si no me gustaba, pues nada, volvía mi vida profesional habitual”.
De Castro, quien es abogada de profesión, desde niña ha estado vinculada con la crianza de ganado. Esta pasión que desarrolló gracias a su abuelo, le permitió creer y trabajar en la propuesta.
La carnicería, que ya tiene 12 años en servicio, cuenta con dos sucursales, una en Bella Vista y otra en Ensanche Piantini, donde sus visitantes pueden disfrutar desde un desayuno hasta una cena con sus seres queridos.
Negocio
La abogada, quien ejerció su profesión por unos 20 años, señala que Carne & Co. tiene un concepto de carnicería con una tendencia francesa, pero con productos 100% nacionales.
Para lograrlo, trajeron a un experto francés que les ayudó a criar un tipo de animal que se adaptara al trópico, que no necesitara antibióticos ni un cuidado excesivo.
El cocinero tenía más de 40 años de experiencia y fue quien se encargó de explicarles cómo entrenar al personal, identificar el local, a buscar las neveras, entre otros. “Él se volvió casi un mentor”.
Aunque no tenían un concepto de restaurante establecido, la pasión por la cocina que tenía Anabella le impulsó a crear espacios donde sus comensales pudieran disfrutar de los productos que elaboran.
“Nosotros teníamos una cocina que era donde hacíamos la charcutería, la salchicha y todo eso. Y en esa cocina, poquito a poco, nosotros empezamos a cocinar”.
Luego, colocaron unas mesas para que sus clientes esperaran y fueran tomando café. Precisa que esto les permitió desarrollar el concepto del campo a la mesa.
Esto les dio la oportunidad de que sus clientes conocieran a profundidad el producto que estaban comprando. “Que se creara una real sinergia entre el consumidor y el producto. Y así se fue desarrollando y básicamente aquí estamos”.
“La idea no es sólo ofrecer cortes de carnes de excelente calidad, sino complementarlos con los vegetales cosechados en el campo y traerlos con toda su frescura, también los huevos camperos, procedentes de la crianza de pollos orgánicos, alimentados sin ningún tipo de hormonas ni aditivos”, indica.
Bajo este esquema, procuran apoyar a los campesinos y emprendedores locales con sus productos en las tiendas. “Sentimos ese respeto y orgullo hacia lo nuestro. Una de las tendencias mundial en la gastronomía es consumir el producto local”.
Destaca que su principal objetivo es promover la salud y crear propuestas orgánica. “Queremos transmitir una experiencia integral, donde nuestros platos no lleven aditivos ni nada artificial, somos fieles a esas recetas complementadas con buenos productos que se cultivan en nuestros campos, donde nos enfocamos en apoyar la sostenibilidad, el movimiento Slow Food y la gastronomía kilómetro cero”.
Sus platos tienen un sello de autor, con esencia básica de la cocina francesa, con productos dominicanos. Su menú incluye charcutería, patés, jamones, salchichas y embutidos.
Gracias a la calidad de sus carnes han recibido galardones en diferentes competencias gastronómicas realizadas en el país.
Aceptación
“¿Carne dominicana en Piantini?”, recuerda que muchos de sus conocidos dudaron del éxito de su proyecto, porque se entendía que la carne dominicana no tenía la calidad necesaria.
De Castro, quien indica que en sus inicios comercializaban sus cortes en los supermercados, destaca que fueron sus clientes los que les ayudaron a impulsar la marca. “Habían oído hablar del proyecto y se enamoraron del concepto. Se sienten en su casa”.
“Le agradezco mucho a todo ese grupo que creyó y que sigue creyendo en nosotros. Sí fue difícil, como todos los comienzos, pero fue muy divertido”, dice entre risas.
Carne & Co. inició con cuatro empleados y llegó a tener 100, pero la pandemia los redujo a 70. “He tratado de conservar el mayor número de empleados”.
A pesar de que el covid-19 impactó, al igual que en todos los negocios, sus operaciones tratan de mantener a sus colaboradores. “Es muy bonito cuando logras crear un equipo y que ese equipo logra echar hacia delante una idea que tú te soñaste”.
Recomendación
Anabella de Castro tiene dos hijos, a quienes describe como parte de combustible para seguir hacia delante. “Ellos me han apoyado mucho en todo este proyecto, que es casi otro hijo y que ha formado parte, no sólo de mi vida, sino de la vida de toda la familia”.
“Soy la mamá de una niña de 16 años y lo único que yo le digo a ella como consejo y que le diría a cualquier mujer es que se sientan orgullosas de ser mujer”, afirma.
Invita a sentir orgullo por la idea que se está desarrollando y a echar la pelea. “No dejar que nadie te diga que tus ideas no son buenas simplemente porque eres una mujer”.