Para el común de la gente, el cambio climático, y lo que está ocurriendo con el planeta Tierra, parecería, más bien, un tema para estudiosos, investigadores y personas preocupadas por la conservación del medio ambiente y los recursos naturales, y no algo que les atañe y afecta de manera directa. Y si bien la mayoría de las personas ignoran los efectos del calentamiento global, mucho menos puede entender la responsabilidad que tiene en reducirlo y/o disminuir su incidencia negativa.
Por ejemplo, un Informe sobre el Estado del Clima de la Organización Meteorológica Mundial (2020), concluyó que actualmente existen niveles extremos en el calentamiento de los océanos, advirtiendo, también, que esto puede tener consecuencias en cadena en los ecosistemas con alcances difíciles de estimar, sin embargo, esta noticia no es de dominio público ni es noticia principal para los medios de comunicación. Se estima que alrededor de 8 millones de personas mueren anualmente por la contaminación del aire.
Así también, la ignorancia promedio de los habitantes del planeta, conduce a no saber que las emisiones de carbono, a nivel global y local, producen un aumento en los gases de efecto invernadero, provocando esto un calentamiento que afecta a las presentes y futuras generaciones. En efecto, el informe de marras revela que “los seis años más cálidos son los registrados desde 2015, y la década de 2011 a 2020 será la más cálida de la que se tiene registros”.
Esta situación del planeta ha dado origen a fenómenos como La Niña (enfriamiento a gran escala de las temperaturas), y El Niño (que se genera por el calentamiento de las aguas oceánicas y que trastoca periódicamente el clima del planeta), siendo este último el de mayor incidencia a los efectos negativos sobre la naturaleza.
Debido a lo anterior, la Organización Internacional del Trabajo ha planteado la necesidad de “descarbonizar la economía, que no es más que cumplir el objetivo de llegar a cero emisiones netas de carbono, lo que es igual a reducir las emisiones de carbono causadas por las actividades humanas, tales como la utilización de combustibles fósiles, y equilibrar estas emisiones a través de la siembra de árboles y la conservación del medio ambiente y los recursos naturales.
Obviamente, como la ignorancia de la gente no se puede eliminar de golpe y porrazo, conviene, por un lado, concientizarla por las vías más expeditas y a través de mecanismos funcionales pero, por otro lado, es necesario insistir en la implementación de políticas públicas que frenen el uso de energías no renovables y combustibles fósiles, sobre todo a nivel de países ambientalmente vulnerables como República Dominicana.
Para los que no lo saben, en noviembre de 2016, entró en vigor el denominado Acuerdo de París, el cual tiene como objetivo fundamental mantener el aumento de la temperatura global promedio por debajo de los 2 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales y busca, al mismo tiempo, promover esfuerzos adicionales que hagan posible que el calentamiento global no supere los 1,5 grados centígrados. Nuestro país, como signatario de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, tiene responsabilidad también en la implementación de este acuerdo, y sería bueno que todos los ciudadanos lo sepan y hagan conciencia de su importancia.