Hay una verdad irrefutable: la pandemia provocada por el covid-19 ha impactado la humanidad desde diversos puntos de vista. La salud y la economía son las principales víctimas de esta crisis que obligó replantear el panorama a mediano y largo plazos. Hubo que adelantar inversiones, pero también fue urgente reinventarse para sobrevivir.
A la banca también le tocó su parte. El sistema financiero global, en un contexto que le obligó a adaptarse rápidamente a la virtualidad, porque de su funcionamiento también depende el resto de las economías, tuvo que hacer cuantiosas inversiones para garantizar la continuidad del negocio. Tuvo que hacerlo y punto. No tenía otra opción. No podía esperar. La compra de productos de bioseguridad fue la menor proporción. Garantizar la calidad y confiabilidad de las transacciones, con la adopción y adquisición de dispositivos y softwares de ciberseguridad, fue el gran reto que hubo que enfrentar. Y lo hicieron.
La banca dominicana salió bien del 2020, a pesar de lo que implicó la pandemia para la economía en su conjunto. Contó, asimismo, con el apoyo de las autoridades monetarias, siempre proactivas, las cuales garantizaron liquidez a través de la adopción de medidas que garantizaron que todo marchara correctamente. Más de RD$190,000 millones para estimular las actividades económicas fueron un gran soporte. Y dieron resultados positivos.
La salud de la banca dominicana, la de todo el sistema, está garantizada. Y lo ha estado. La última experiencia amarga data de 2003. Sin embargo, el sector salió más fortalecido en términos institucionales y jurídicos. La lección fue aprendida por todos.
Las estadísticas del comportamiento de la actividad financiera establecen que año tras año la banca, en su conjunto, e independientemente de los resultados particulares, registra niveles de rentabilidad que aseguran estabilidad y fortaleza. El comportamiento de la economía es la mejor prueba.
Los números, sustentados por la Superintendencia de Bancos (SB), establecen que la pandemia provocada por el covid-19 apenas provocó una caída neta de RD$1,617.3 millones en las utilidades de la banca múltiple en 2020, lo que equivale a un -5.3% cuando se comparan los resultados de 2019 (RD$30,714.9 millones) y de 2020 (29,097.6 millones). Quiere decir, entonces, que la banca salió muy bien y fue un soporte de primer orden para mantener a flote las principales actividades económicas. Transcendental es, además, que no faltó liquidez.
Al analizar todas las partidas durante el período 2014-2020 hay datos que resultan destacables, como son las ganancias acumuladas por RD$172,342.5 millones por la banca múltiple, es decir, un promedio anual de RD$24,620 millones.
Por supuesto, hay importantes retos que superar. Uno de ellos es, sin quizá, la alta concentración a pesar de que al menos hay 17 bancos múltiples. ¿Es esto un riesgo para el sistema? De acuerdo con datos de la SB disponibles al cierre de 2020, las siete principales entidades de servicios múltiples: BanReservas, Popular, BHD León, Scotiabank, Santa Cruz, Citibank y Ademi, representan el 96.8% de las ganancias de este segmento del sistema financiero, que en términos netos son RD$166,822.2 millones desde 2014 a la fecha. En 2020, por ejemplo, los tres principales bancos generaron el 90.1% de las utilidades totales de la banca múltiple. ¿Dónde más pasa esto? Las autoridades deberían ponerles más atención a los estados de resultados.