[dropcap]A[/dropcap]hora que República Dominicana enfrenta una escasez de agua por los efectos de la sequía y la reducción de los niveles de agua de los embalses de las presas, es preciso presentar algunas cifras que pudieran servir de reflexión sobre el buen uso y mejor aprovechamiento de este recurso natural, vital para la vida.
De acuerdo con las estadísticas oficiales, las tres principales fuentes de suministro de agua potable en República Dominicana son las presas (30%), los pozos (24%) y los cauces de los ríos por medio de diques (46%).
Lo anterior indica que el agua de las presas no es precisamente la principal fuente de abastecimiento.
Otros datos a tomar en cuenta son los de la prioridad. El agua disponible se destina en primer término para el consumo humano y abastecimiento de los hogares, en segunda prioridad está su uso para la producción de alimentos y un tercer destino de uso es para la producción de energía eléctrica.
En su más reciente reunión, la Mesa del Agua, que coordina el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), determinó que los embalses de las presas actualmente tienen disponibilidad para abastecer entre 80 y 90 días, lo cual puede variar de acuerdo con la distribución de las prioridades (porcentaje que se destine a consumo, a agricultura y a energía eléctrica) y de acuerdo con la naturaleza, pues si llueve o se registra alguna tormenta tropical, la disponibilidad de agua podría aumentar.
Las autoridades estiman que la falta de disponibilidad de agua es de alrededor de un 30%, es decir, que ese es el nivel de escasez o de reducción de suministro para la población, a los fines de evitar situaciones de crisis.
También estiman las autoridades que entre el 54% y el 60% del agua que se distribuye por las diferentes fuentes de suministro se desperdicia por descuido y falta de cultura de ahorro de este recurso de parte de la población.
Lo anterior indica que si la población dejara de desperdiciar agua por las diferentes razones que lo hace, entonces se recuperaría un 54% de la que suministra la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) y un 60% de la que suministra el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillado (INAPA) en las demarcaciones en que tiene la responsabilidad de suministrar.
El mismo porcentaje se estima en otras provincias que tienen corporaciones de acueductos como La Vega, Santiago, Espaillat y otras.
En caso de recuperarse ese promedio de 54% a 60% de agua que se desperdicia, en el país tendríamos alrededor de un 30% de sobreoferta de agua, pues la escasez implica una baja de 30% del suministro y de lo que se suministra se desperdicia el 60%. Si no se desperdiciara nada, se eliminaría la escasez de 30% y quedaría un 30% adicional de disponibilidad. Eso es en la situación actual, con bajos niveles en los embalses, con pocas lluvias y con sequía.
En una situación de abundancia normal de agua, entonces tendríamos una sobre oferta de este recurso suficiente, incluso, para abastecer a otros países.
Pero hay que avanzar en otros aspectos como la capacidad de acumulación de agua, es decir, la necesidad de más presas con embalses adecuados.
También la reparación de pozos tubulares de extracción subterránea de agua, ya que cuando no hay escasez muchos son abandonados y se hace necesario mantenerlos activos y con atención para evitar altos gastos cuando es necesario repararlos luego de su abandono.
Asimismo, se requiere de una mayor concienciación de los ciudadanos sobre el uso racional del agua. Eso se logra con educación, por lo que la Presidencia de la República debería reenfocar una parte del elevado presupuesto que destina a promoción del Gobierno (pago de publicidad) para que los anuncios sean dirigidos a aconsejar a la gente sobre el uso adecuado del agua. Recordar, por ejemplo, aquel mensaje de Radio Continental que decía: “Dominicanos, el agua es vida, no la desperdicie”.