Después de la pandemia, los fraudes a través de la tecnología se han incrementado exponencialmente y sobre todo para nuestros países de la región somos un estímulo por la vulnerabilidad que suponen los delincuentes que tenemos para ellos concretizar sus hazañas, dónde estamos sufriendo, solo en la modalidad de RANSOMWARE, que consiste en infectar nuestros sistemas y pedir recompensas con más de 5 mil ataques diarios con demandas que promedian los U$85,000. Llegando hasta sumas millonarias de más de 10 millones.
Los ataques más comunes son por correo electrónicos, haciéndose pasar por empresas, ganando la confianza de las víctimas para lograr obtener todas las informaciones pertinentes que le permitan realizar la estafa, acción que resulta muy simple ya que cualquier empleado o usuario de la red es una ventana por la cual puede entrar a los sistemas, teniendo el inconveniente que la detención del fraude tarda promedio 13 días. Este fraude se incrementó después de la pandemia debido a que los equipos no estaban blindados, los empleados sin entrenamiento ni cuidado, contraseñas simples e ingenuidades.
Otros fraudes son los llamados VISHING, que consiste en generar confianza a la víctima para obtener las informaciones que le permitan acometer el fraude más adelante.
El SMISHING, Confunden al consumidor creyendo que está accediendo a los canales del banco donde la víctima es cliente, para que este le de las informaciones que le será posible producir el fraude. Es por lo que se debe desconfiar desde que nos están hablando de nuestras cuentas y las dificultades posibles.
PHISHING, Correos electrónicos con enlaces que llevan a un sitio Web falsos para pescar la información de la víctima que le permita adueñarse de la situación.
Si revisamos todas las posibilidades de fraudes y accidentes que nos pueden afectar, nos daremos cuenta que estamos ante un cóctel de posibilidades muy amplio que crecen cada día, y que se constituyen en una amenaza constante sobre nuestras empresas, e incluso sobre nuestras vidas individuales y acciones sociales que van afectar no solo en lo económico, también nuestra salud y reputación.
Insisto en que debemos instruir mejor a nuestros empleados, y es recomendable hacer algunas prohibiciones. Resulta que somos muy liberales y pocos previsores, y más nosotros que pretendemos ser demasiado sociables y complacientes con nuestras redes sociales, donde la moda es estar constantemente conectados para sentirnos importantes y valorados, y sobre todo cuando no estamos consciente de cuánto nos va a costar cometer errores, y sobre todo cuando quien paga son las empresas.
En México Twitter pidió perdón porque piratas informáticos accedieron a las cuentas de figuras como Joe Biden, Barack Obama, Jeff Bezos de Amazon, Elon Musk de Tesla y Bill Gates de Microsoft y otras 40 figuras, donde los piratas manipularon a un pequeño número de empleados. Imagínese que eso lo pudieron hacer con Twitter, que no podrían hacer con pequeñas y medianas empresas del patio.