Aunque mantenemos la firme postura de que todo imputado es inocente hasta que se le pruebe lo contrario y de que es preciso que las autoridades del Ministerio Público respeten el “debido proceso” en toda acusación, no es menos interesante el hecho de que los ciudadanos, especialmente aquellos que tienen la oportunidad de administrar bienes e instituciones del Estado, deben guardar una conducta adecudada.
Era difícil imaginar que un exprocurador general de la República terminara siendo apresado y sometido desde la misma institución que dirigió. La realidad superó la imaginación.
Es el espejo en que deben verse los pasados funcionarios públicos, en especial lo que actuaron mal y encima maltrataron a otros sin necesidad. Pero también debe servir de espejo a los funcionarios públicos actuales y a toda nuestra clase política, para que mantengan en claro que se pasa por el poder del Estado de manera transitoria, no para siempre. Esas son de las vueltas que da la vida…