Cada día que pasa, los fondos de pensiones de República Dominicana se vuelven más atractivos, no solo para los trabajadores, quienes son sus principales dueños, ni para las AFPs, que son sus administradoras, sino para algunos que, por encima de las centrales sindicales, se han erigido en representantes de los obreros del país, asumiendo una causa que, a resumidas cuentas, no parece tener otro fundamento que no sea el político, a pesar de lo lejos que aún están las elecciones congresuales. Pero este es un fenómeno interesante que lo único que refleja y refuerza es el hecho de la atomización de las luchas populares en el país, así como su desviación en términos de lo que deberían ser las principales reivindicaciones de la clase trabajadora.
Según datos ofrecidos por la Superintendencia de Pensiones, al mes de junio de 2021 estaban afiliados al sistema de pensiones, alrededor de 4,4 millones de trabajadores, de los cuales cotizaban cerca de 1,8 millones. En ese mismo sentido, el monto total acumulado como patrimonio de los fondos de pensiones era de 887,000 millones de pesos, contados también al mes de junio de 2021, con un incremento de un 3,6% con relación a marzo de ese mismo año. Es obvio que este monto es envidiable para una nación pobre que trata de recuperarse de una severa crisis económica.
Otro dato interesante que ofrece la Superintendencia de Pensiones, es el que da cuenta de que la rentabilidad promedio de los fondos de pensiones es de un 10,94%, mucho más elevada que cualquiera de la que se ofrece por los instrumentos financieros que actualmente tienen las instituciones de intermediación financiera que forman parte del sistema financiero dominicano. Esto quiere decir, que ninguna cuenta de ahorro, corriente o certificados financieros de los que existen en este momento, se le aproxima a este nivel de rentabilidad que exhiben los fondos de pensiones.
Los datos presentados anteriormente, muestran que el sistema de fondos de pensiones no es un invento, más bien fue, en su momento, una respuesta a la incapacidad del Estado de establecer algún mecanismo mediante el cual los ciudadanos pudieran recibir recursos en forma de pensiones, una vez terminaran su vida laboral. No se debe olvidar la realidad de las pensiones en el país, previo a la existencia de la ley 87-01, sobre todo aquellas que otorgaba el tristemente célebre Instituto Dominicano de la Seguridad Social, las cuales no solo eran de miseria, sino que eran cedidas de manera aislada, y luego de pasar años para que esto ocurriera.
El sistema de fondos de pensiones no es perfecto y se sabe que requiere de modificaciones en sus diferentes componentes. También, se debe saber que los fondos de pensiones son un problema de Estado, pues serán los gobiernos en los que recaería todo el problema si se desarticulara este sistema, y los trabajadores empiecen a demandar nuevas respuestas. Se necesita mucha cautela y buen tino para no caer en una trampa como gobierno del Estado y como Banco Central.
Finalmente, es peligroso que se quiera ejercer un populismo rancio con esto de pretender que se devuelva un 30% de los aportes que han realizado los trabajadores en su cuenta de capitalización individual. Esto implicaría un incremento en la masa monetaria de alrededor de 240,000 millones de pesos, en un momento en donde acabamos de salir de una inflación, y se ha logrado nuevamente la estabilidad macroeconómica. Esperemos que un capricho no nos dañe la economía.