El llamado a diálogo hecho por el Gobierno Central sobre la propuesta de doce reformas (con una treceava sumada durante el primer día de convocatoria) representa una oportunidad para, a través del consenso y la búsqueda de soluciones innovadoras, realizar una serie de cambios estructurales para el beneficio de República Dominicana.
En resumen, las áreas que se han propuesto reformar son: transparencia e institucionalidad (Ministerio Público y Cámara de Cuentas); sector eléctrico; regulación del agua; reforma a la Policía Nacional; modernización del Estado; calidad educativa; salud y seguridad social; transporte; transformación digital; reforma fiscal integral; laboral; y sector hidrocarburos.
Durante el primer día de llamado a diálogo, se sumó la reforma al régimen electoral.
Todavía es muy temprano en el diálogo para hacer mención de propuestas específicas que hayan surgido respecto a cada uno de estos temas. En la actualidad, lo que se maneja es el inicio de una discusión que abarcará diversos sectores y representantes nacionales para discutir todos estos temas.
Nuestra primera sugerencia es que cualquier reforma que se realce debe ser producto del diálogo y el consenso de los diversos sectores que inciden en cada una de estas distintas áreas de interés social y económico.
Aunque nunca será posible lograr un consenso sobre todos y cada uno de los puntos de una determinada reforma, no es menos cierto que la estabilidad política, económica y social de que goza nuestro país se debe a que se procura el consenso ante los grandes cambios, en vez de imponerlos. En segundo lugar se encuentra una preocupación expresada en el viejo decir de que “el que mucho abarca, poco aprieta”.
Resulta complicado pensar que se podrán abarcar en su totalidad todas estas trece reformas de manera simultánea, pues los actores (de todos los distintos sectores que se verán envueltos), no podrán debatirlas y discutirlas de manera simultánea. Urge primero lograr un consenso sobre cronograma y metodología de revisión de cada una de las distintas áreas.
En tercer lugar, aunque sugerimos que el diálogo se realice de manera organizada y estructurada, también es necesario que las propuestas de reformas que eventualmente se adopten sean integrales y transversales en las distintas áreas envueltas. En nuestro país suele ocurrir que se adoptan reformas (parches) puntuales, y no se deben evaluar las propuestas en un área de reforma sin evaluar y ponderar el impacto de la misma sobre las otras áreas, y que de esta forma, cada reforma tendrá un mayor impacto.
Finalmente, y como conjugación de todos los planteamientos anteriormente expuestos, se debe apalancar el conocimiento, la diversidad y la aptitud de trabajo que se encuentran disponibles en una serie de organizaciones civiles, sociales y gremiales para lograr los resultados deseados.
Aunque la discusión sea canalizada a través del CES, una gama tan amplia de reformas, con aspectos que tendrán importantes efectos nacionales, deberá también contar con la participación de otros actores que puedan aportar al proceso y culminar con a una verdadera transformación a lo positivo de nuestro país.