[dropcap]E[/dropcap]n el mundo han existido varios imperios, entre ellos el gran el imperio persa, el romano, el alejandrino, el bizantino y el británico. Todos han tenido gran expansión territorial y poder sobre los países de su influencia. Pero todos han caído.
Estados Unidos es la superpotencia actual. Posee las fuerzas armadas más poderosas del mundo y uno de los dos arsenales nucleares más grandes. Es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y su mayor financiador; emite la principal moneda de reserva del mundo y es miembro fundador de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN).
Muchos economistas comparan la situación actual de Estados Unidos con la del Imperio Romano antes de su caída. Los expertos explican el hundimiento de Roma como una consecuencia de la devaluación de su moneda, circunstancia similar a la presente del dólar. Sin embargo, en este aspecto existe una gran diferencia entre los dos imperios: el dólar es la moneda más segura del mundo.
Imperios europeos y asiáticos aparecieron y desaparecieron, y de la misma manera podría desaparecer el imperio Americano. Pero hoy día parece improbable que Estados Unidos llegue a ese punto.
La cuestión principal no es si Estados Unidos perderá su liderazgo en el mundo, sino, que de esto suceder, ¿cuándo sería?.
Estados Unidos tiene la economía más fuerte, la moneda más estable y las más poderosas fuerzas armadas del planeta, con la cual podría destruir por completo a sus enemigos, como lo hicieron los mongoles con sus adversarios. Estados Unidos hoy no tiene rival.
Para empezar, consideremos las definiciones de “superpotencia” y de “imperio”. El término superpotencia, en su sentido político, fue usado por primera vez por el neerlandés Nicholas Spykman en 1943, refiriéndose a las posibles figuras de un nuevo orden mundial en la postguerra. El profesor de asuntos de seguridad nacional estadounidense, Alice Lyman Miller, define una superpotencia como “un país que tiene la capacidad para proyectar su poder dominante e influenciar alrededor de todo el mundo, y algunas veces, en más de una región a la vez, por lo que parecería verosímil que consiga el estatus de hegemonía global”.
En cuanto al concepto de imperio, Wikipedia dice: “un imperio (del latín imperium) es, en los términos más rigurosos, un Estado multireligioso, multicultural y multiétnico que consiguió al menos parte de su territorio por conquistas de anexión y que además mantiene una expansión constante de no darse presiones externas o internas de tipo económico (un periodo de crisis), político (caída de la elite dominante), militar (invasión por parte de una nación extranjera)”.
Así pues, el imperio invade y ocupa, en tanto que la superpotencia ejerce poder por influencia y hegemonía.
Si bien es cierto que posiblemente una de las razones más importantes para la caída del imperio Romano fue la decadencia de su fuerza militar y que algo similar podría estar pasando en Estados Unidos, no creo que ambas situaciones puedan ser comparables. Yo creo que la superpotencia americana tiene más similitudes con el imperio Persa que con ningún otro imperio del pasado, pues el poder del rey Darío iba de España a China y de Pakistán al medio oriente y por eso el rey Darío fue llamado rey de reyes.
Los grandes imperios han caído por diversas razones; el Persa por su arrogancia extrema. El primer golpe lo sufrió en el 490 A. C., a manos de un ejército tres veces más pequeño: el ejército de Atenas y su aliado el ejército de Platea, en la batalla de Maratón. No hay explicación para que un ejército mejor entrenado, más numeroso, fuerte y mejor armado fuera derrotado y que este fuera el comienzo del final de un imperio tan poderoso y el comienzo de la democracia. O sea, si los griegos no hubieran ganado esa batalla, el concepto democracia posiblemente no existiría hoy.
Ahora bien, ¿cómo podríamos relacionar este episodio histórico con la caída de una superpotencia que podría ser reemplazada por un país que dos décadas atrás era básicamente agrícola y que a pesar de importantes avances económicos, políticos, manufactureros y tecnológicos todavía hoy es un país de campesinos? Hoy en día el ingreso promedio en Estados Unidos es de unos US$40,000 por persona, mientras que en China es de unos US$2,500.
Pero, ¿cómo comenzó a tejerse el supuesto declive estadounidense? Comenzó con algunos errores básicos de arrogancia o de falta de visión por parte de algunos líderes de la gran nación americana. Es muy posible que el inicio de la caída de nuestro poder supremo lo hayamos creado nosotros mismos en 1990. En ese año cayó el comunismo y se veía la expansión de China, nuestra creación. En ese momento era claro que nosotros éramos el poder supremo tal y como lo visualizó Ronald Reagan unos años antes.
Posiblemente Estados Unidos cometió dos imperdonables pecados de arrogancia que tarde o temprano podría costarle su supremacía en el mundo: el primero fue no haber creado para Rusia un programa parecido al implementado para la recuperación de Europa y conocido como el Plan Marshall.
El segundo error fue la creación de su futuro competidor.
Sin embargo, en este momento la caída de un imperio no significaría necesariamente, como en el fin de otros imperios, un derramamiento de sangre y la destrucción del país. En nuestro siglo XXI la caída de una superpotencia sería silenciosa porque su colapso económico y la “guerra electrónica y virtual”, que no comenzaron ayer, serían escenarios primordiales de su descenso. La experiencia europea en cuanto a la caída de superpotencias ha demostrado que dichos eventos siempre tuvieron un impacto desmoralizador en la nación y que al menos la generación siguiente tuvo que vivir en condiciones económicas difíciles.
Hoy día, China es la segunda economía del mundo, y con el riesgo de que seamos debilitados por una eventual caída de las economías europea y japonesa, aumenta el peligro de su empoderamiento.
Sin embargo, hay problemas con los cuales China podría encontrarse en su camino de convertirse en la principal superpotencia. En primer lugar, el principal recurso de China es la mano de obra barata y se le está agotando rápidamente.
El segundo problema que debería enfrentar sería de carácter ecológico. El país está a punto del desastre. A finales de enero pasado el río Liuzhou estaba lleno de químicos peligrosos y cuatro millones de personas quedaron sin agua potable. Por otro lado, China tenía falta de petróleo y gas, productos que tiene que comprar en el extranjero. Con dos semanas sin provisiones de gas y petróleo la economía China estuvo a punto de colapsar.
China no ha tenido miedo de rechazar posiciones americanas en momentos estratégicos para la seguridad mundial. Por ejemplo, rechazó mantenerse a su lado en la resolución del tema nuclear Iraní.
Considere la relación comercial entre Estados Unidos y China. Cuando Estados Unidos canaliza sus productos incompletos a China, la nación asiática está dispuesta a devolver bienes manufacturados –gracias a su abundante mano de obra barata– a cambio de dólares. Mientras los americanos nos estamos divirtiendo con los nuevos juguetes manufacturados en China, los chinos continúan usando sus nuevas riquezas para comprar energía y activos de materia prima.
China no tiene en este momento las condiciones requeridas para convertirse en la primera potencia del mundo y su moneda no será considerada hasta el próximo año como moneda internacional. Sin embargo, debemos recordar que todas las superpotencias dejaron de existir debido a eventos internos y que Estados Unidos ha cometido errores que podrían costarle el poder, sobre todo el error de violar leyes económicas al incurrir en deudas abrumadoras que ponen en peligro nuestro futuro como nación, mientras nuestro competidor se fortalece.