La economía italiana creció el año pasado un 6.6%, lo que supone un récord desde que se comenzó a recabar datos de la serie en 1995, fundamentalmente por el impulso de la demanda interna (consumo e inversión) y tras la caída del 8.9% registrada en 2020 a causa de la pandemia de covid-19, informó este martes el Instituto italiano de Estadísticas (Istat).
El déficit de Italia fue del 7.2% del producto interior bruto (PIB) y la deuda se situó en el 150.4%, cifras notablemente mejores a las estimadas por el Gobierno de Mario Draghi, que había pronosticado un crecimiento del 6% en 2021, un déficit del 9.4% y una deuda del 153.5% para el pasado ejercicio.
“El crecimiento del PIB fue impulsado principalmente por la demanda interna, mientras que la demanda externa y la variación de existencias tuvieron una contribución muy limitada. Por el lado de la oferta de bienes y servicios, el valor añadido creció con fuerza, especialmente en la industria manufacturera, la construcción y muchos sectores de servicios”, explicó el Istat en un comunicado.
El instituto subió una décima la cifra de crecimiento respecto a la adelantada (6.5%) el pasado enero y dijo que el PIB a precios de mercado ascendió a €1,781,221 millones en 2021.
Por el lado de la demanda interna, se produjo un aumento del 17% en la formación bruta de capital fijo y del 4.1% en el consumo final interno en términos de volumen; mientras que en la componente externa, las exportaciones de bienes y servicios se apreciaron al 13.3% y las importaciones al 14.5%.
La demanda interna, sin incluir las existencias, contribuyó en 6.2 puntos porcentuales al crecimiento del PIB, mientras que la demanda exterior neta lo hizo en 0.2 puntos, igual que la variación de existencias.
El saldo primario de las administraciones públicas (endeudamiento neto menos gastos de intereses) medido en relación con el PIB fue del -3.6% en 2021 (-6.1% en 2020).
En cuanto a la presión fiscal (impuestos directos, indirectos y sobre el capital y las cotizaciones sociales en relación con el PIB), se situó en el 43.4% (frente al 42.8% del 2020), debido al mayor crecimiento de los ingresos por impuestos y cotizaciones (+9%) en comparación con el PIB a precios corrientes (+ 7.5%).
De forma paralela, este martes el Istat avanzó que la tasa de inflación de Italia subió hasta el 5.7% en febrero respecto al mismo mes del pasado año, niveles no vistos desde 1995, por el encarecimiento de la energía y de los alimentos.
La inflación subyacente, que no incluye estos elementos volátiles, se incrementó hasta el 1.7%.