El 8 de marzo de este año el presidente Luis Abinader anunció que los precios de los combustibles estarían congelados mientras la cotización del petróleo se mantenga entre los US$85.00 y US$115.00 por barril. La medida sería asumida por un período de cuatro meses. La noticia fue recibida con beneplácito por la población y, muy especialmente, por el sector transporte.
“Cualquier movimiento de precios por encima de US$115 dólares por barril será traspasado a los precios internos, sin la inclusión del impuesto ad-valorem en el cálculo de los mismos”, sostuvo el jefe de Estado al anunciar la medida.
Con esta medida el Gobierno seguiría asumiendo un sacrificio fiscal mínimo permanente de por lo menos entre RD$600 y RD$1,000 millones semanales, que representarían entre RD$2,400 millones y RD$4,000 millones por mes o, lo que es lo mismo, entre RD$9,600 millones y RD$16,000 millones.
Ahora vamos al terreno real. Particularmente pienso, y me pasó desde que escuché la medida, que un margen de 30 dólares es muy amplio para garantizar un subsidio a un sector tan demandante como es el de los hidrocarburos. El subsidio está bien y más en situaciones de emergencias como la que estamos viviendo en estos momentos. Sin embargo, pienso que el sacrificio del Estado, en términos financieros, no puede poner en juego la necesaria inversión en infraestructura, el pago de la deuda y cubrir sectores tan vitales como salud y educación.
Admito que no sé cómo es que el Gobierno ha logrado implementar tantos programas de subsidios sin poner en riesgo la meta del déficit fiscal. Sólo en combustibles, según las autoridades, se han destinado más de RD$15,000 millones. Por otro lado, estas medidas no han logrado reducir los precios de los artículos de primera necesidad.
La verdad es que tampoco sé si el exceso de sensibilidad social podría convertirse o rayar con el populismo, todo por jugar a la buena imagen del Gobierno. Hay que tener cuidado con postergar choques económicos que luego resulten en una carga imposible de sostener.
Particularmente considero que el subsidio que otorga el Gobierno a los combustibles es saludable para las finanzas de las familias dominicanas, pero, entiendo también, que podría estar más focalizado. ¿Cómo? Que la mayor proporción vaya al gasoil por su alta incidencia en la producción, en el transporte de alimentos y de pasajeros, así como en la industria. Esto es lo que recomendaría si me tocara hacerlo. Las gasolinas, por ejemplo, son más demandadas para el transporte particular. Aunque también debe ser subsidiada, considero que la proporción debería ser menor.
Si las autoridades lo están haciendo así, entonces que lo expliquen, que lo aclaren bien para que estemos seguros de que las finanzas del Estado no están en riesgo. Eso es lo que espero.
De todos modos, las intenciones del presidente de la República deben aplaudirse. No es fácil gobernar en medio a la crisis. El bienestar cualquiera lo gestiona, pero las dificultades no.