Mamita’s Ices nació hace casi 20 años, aunque el nombre se utiliza desde 2004 (Más adelante sabrá el porqué). Antes era una simple actividad en casa para “buscar un extra”, pues los ingresos por salario no alcanzaban para cubrir los gastos.
Fue fundada por los Morel, una familia dominicana que tiene cerca de 40 años en Estados Unidos. Es una empresa que vende helados en funditas con sede en Nueva York, pero para quienes conocen su historia, más que sabores, “hay una conexión directa con la cultura y raíces de República Dominicana”.
Los Morel nacieron todos en La Guajaca, San José de las Matas, en la provincia Santiago. En Estados Unidos se instalaron, por primera vez, en Corona, Queens. Hoy están establecidos hace alrededor de 30 años en Ozone Park, del mismo condado. Su trayectoria de trabajo, sacrificio, emprendimiento y unidad familiar ha sido fuente de inspiración para muchos otros y, además, una referencia obligada entre quienes reconocen la integración a la diáspora dominicana a la economía de Nueva York.
Manuel, Altagracia, María Luisa, Nieves, Grecia, Franklin y Javier lideran la empresa. Con el pasar del tiempo se han dado cuenta que su empresa elabora mucho más que helados, pues son una conexión directa con la dominicanidad.
¿Cómo se inicia la historia empresarial con Mamita’s Ices? Nieves trabajaba en Manhattan (También María Luisa) haciendo joyas en una factoría. Lo que más tarde se convirtió en una empresa con presencia en varios estados de Estados Unidos, comenzó como un simple negocio casero con el propósito de generar ingresos extras. Los primeros helados se elaboraron con leche hervida en la estufa del apartamento donde vivían y era enfriada en el refrigerador de la familia. Su capacidad de producción no alcanzaba para más de 100 unidades por día, ya que llegaba cerca de las 6:00 de la tarde del trabajo que tenía en la factoría.
“Llegó un tiempo en que le dije a mi esposo que iba a dejar el trabajo porque ya tenía muchos negocios a los que debía distribuirles los helados. Yo los llamaba y ellos me decían la cantidad que necesitaban. Había bodegueros que me decían que les llevara todos los que yo pudiera. Le dije a mi hermana Altagracia que hiciera helados en Queens, pero ella me pidió que mejor se los llevara. Así lo hicimos”, narra Nieves con el acento sencillo y sin poses que trajo desde el Cibao, de República Dominicana.
Admiten que en principio hubo riesgos que desconocían, ya que los vendían sin etiquetas o ninguna otra descripción requerida por las autoridades sanitarias para vender en el mercado, ya que en Estados Unidos se cumplen cabalmente las normas. “Las empresas reconocidas tienen sus propios refrigeradores y los dueños de bodegas dominicanos nos permitían colocarlos ahí. Es algo que agradecemos eternamente. Además, sin permiso del Departamento de Agricultura”, explicó Manuel.

Cuentan que una experiencia amarga que tuvieron con las autoridades de Salud y Agricultura les ayudó a ponerse al día en toda la documentación. En principio creían que era un tema de una simple etiqueta, pero luego se dieron cuenta que no se trataba de algo sencillo. Admiten que no tenían ni idea de lo que significaba vender sin “label” en Estados Unidos. Sin embargo, agradecen que el oficial que les hizo destruir toda una producción fue quien más adelante los ayudó, ya que entendió que ellos no tenían ninguna mala intención al vender los helados, sino que todo era un asunto de desconocimiento.
De hecho, esa experiencia fue la que les ayudó a unirse como hermanos y formar la empresa que hoy se ha convertido en un orgullo de la comunidad dominicana y un sustento para más de 40 colaboradores, incluyendo parte de la familia que también trabaja en Mamita’s Ices. Sobre cuál ha sido la fórmula para mantenerse unidos durante tanto tiempo, coinciden en que los valores que les enseñó su padre han sido clave. “Nuestro padre nos ha dicho siempre que no peleemos por un dólar y que prefiere vernos sin dinero a que haya problemas entre nosotros por un dólar”, cuenta Nieves.
Su primera decisión, para comenzar, fue hacer una panadería y cafetería. Sin embargo, entendieron que con ese negocio solo “no llegarían a ningún lugar”. Trataron de vender comida, pollo horneado y helados, lo cual no se permitía en un mismo lugar, además de que la licencia que tenían era para un negocio, no para una fábrica de helados. Ahí fue donde tuvieron que verse de frente con las autoridades. También fue cuando conocieron lo que es una máquina pasteurizadora, por lo que agradecen haber tenido que pasar por ese episodio tan amargo y retador para sus vidas. Sobre cómo surgió el nombre, Nieves explica que todo salió de manera espontánea.
Explica que Altagracia fue a quien se le ocurrió. Ella se encontraba en la cocina de su casa, justo en San José de las Matas, a donde había ido por asuntos familiares y de vacaciones. Con un amigo que tenía una imprenta en Santiago de los Caballeros lograron el diseño del logo, que también implicó la cara de Mamita, en honor a la abuela. Su receta, nacida de las entrañas de la cultura dominicana, es distribuida en alrededor de 18 estados a través de las cadenas de supermercados y tiendas más importantes de Estados Unidos.
Mamita’s Ices elabora entre 115,000 y 120,000 helados cada día, alrededor de 3.6 millones por mes, pero necesitan mayor capacidad de producción. “Si ustedes creen que van a llegar vendiendo heladitos”, es una frase que recuerdan que escuchaban mucho en sus inicios, pero que lejos de amilanarlos sólo los impulsaba a seguir, pues sabían que tenía potencial.
Tradición
Su familia ha sido empresaria desde siempre. Tenían una fábrica de casabe y distribuían el producto en negocios de San José de las Matas, Santiago y zonas aledañas.
“Nacimos viendo a nuestro papá trabajando y luego llegamos aquí a Nueva York. Sólo conocemos el trabajo”, narra. La decisión de emigrar a Estados Unidos fue de su padre, Manuel, quien al verse de frente con la realidad de tener que darles de comer a ocho hijos y, además, educarlos, sabía que no podría hacerlo como deseaba quedándose en el campo. La decisión era difícil, pero era la alternativa que tenían disponible. En 1983 comenzó lo que ellos llaman “la Odisea de los Morel” por un mejor futuro.
Su padre logró el primer viaje a Estados Unidos sustentado en que exportaba casabe a Miami, por lo que fue al consultado y le otorgaron un visado de turismo. La intención final era hacer la residencia para traer a todos sus hijos y así lo hizo, pues se casó y los incluyó a todos cuando hizo la petición. Todos fueron llegando a Nueva York de mayor a menor.
Sobre el proceso de adaptación cuentan que realmente fue difícil en principio, pero que luego entendieron que debían asimilar su nueva realidad. A quienes llegaron primero les fue más incómodo adaptarse, lo que no sucedió con los demás. El idioma, el clima y aprender a tomar el tren fueron sus primeros retos. Su enfoque, sin embargo, jamás se perdió de vista. Ya estaban ante un escenario del que no podían escaparse.
“Hemos sido una familia bien unida. En la empresa ha sido igual. Basta con mirar cómo actuamos aquí en la empresa. El hecho de llegar unos delante y otros más luego fue también un reto, ya que siempre hemos sido muy unidos”, narra Manuel, quien recuerda que durante un tiempo vivieron todos en una misma casa. Son tan unidos que aún viven en el mismo vecindario.
En todos los casos, recuerdan, les resultó difícil adaptarse a la forma de trabajar, ya que es muy diferente a como lo hacían en República Dominicana. Aseguran que el apoyo entre uno y otro ha sido fundamental para salir a camino en todas las circunstancias.
Pero ha valido la pena. Ellos, como hermanos y familia, saben que haber alcanzado la meta de formar una empresa como Mamita’s Ices, cuyos productos hoy son distribuidos en establecimientos de Häagen Dazs, Hershey’s, Walmart y otras grandes empresas. Sostienen que la calidad no se negocia, por lo que, en dos ocasiones, en todos los años que tienen, han tenido que botar tanques completos de productos (específicamente de batata) porque el sabor no es el que buscan.
Sus productos son totalmente naturales, a pesar de que han recibido propuestas de suplidores que les quieren llevar materia prima procesada. “Preferimos que todo sea natural, aunque sea más trabajo”, afirman.
Trabajo en equipo
Los Morel son, ante todo, hermanos. Se consideran el producto de una tradición familiar que ha logrado triunfar porque sus padres sembraron en ellos algo que consideran el principal capital de trabajo: valores.
Afirman que luego de tantos años han logrado fortalecer la familia y, de alguna manera, hacerle entender a sus hijos el valor del trabajo y que los resultados positivos se logran sobre la base del trabajo en equipo.
Sus empleados, según cuentan, se convierten en parte de la familia porque los consideran esenciales para alcanzar el éxito que hoy tiene Mamita’s Ices.
Las raíces
Los Morel, a pesar de haber salido hace tanto tiempo de San José de las Matas, mantienen una relación estrecha con su comunidad. Lo hacen a través de diversas actividades que apoyan, ya que entienden que están en la obligación de dar un poco de lo que reciben, especialmente a su gente que los vio nacer y crecer. Colaboran con la construcción de algunas obras comunitarias y religiosas.
Las hembras tuvieron que trabajar por alrededor de diez años en factorías y en limpieza de viviendas. Algunos de los hermanos se dedicaron a manejar camiones, transportando mercancías de un estado a otro y dentro de la misma ciudad de Nueva York. Los valores familiares, entienden, son la zapata para su crecimiento y fortaleza como hermanos. Refieren que su padre cumplirá 80 años y todavía cuando habla hay que escucharlo con atención.
“Sentimos mucha satisfacción y todos los días le damos gracias a Dios porque hemos logrado echar pa’lante este negocio. Lo principal es tener un Dios en quien confiar desde el principio y saber que está con nosotros en cada momento. Cuando hay problemas, nos encomendamos a él y cuando todo sale bien, le agradecemos”, aseguran.