El Banco de Japón (BoJ) revisó este jueves al alza su previsión sobre la inflación para el ejercicio de 2022, hasta situarla en el 2.3%, debido principalmente “al incremento de los costes de la energía, la alimentación y los bienes duraderos”.
El banco central japonés revisó cuatro décimas al alza su estimación de la subida del índice de precios de consumo (IPC), así como cinco décimas a la baja, hasta el 2.4%, su estimación de crecimiento económico para el ejercicio que concluirá el 31 de marzo de 2023, en su nuevo informe trimestral de previsiones económicas, publicado al término hoy de su reunión mensual sobre política monetaria.
En un movimiento esperado, la entidad crediticia japonesa optó por volver a mantener inalterada sus medidas de ultraflexibilización, basadas en tipos de interés a corto plazo del -0.1% y un cuantioso programa de compras de fondos cotizados para mantener la curva de rendimiento del bono a largo plazo en torno al 0%.
“Los precios de la materias primas, como el petróleo, el gas natural, el carbón o el grano, se han mantenido altos, en un reflejo sobre todo de la elevada preocupación por los suministros como resultado de la invasión rusa de Ucrania”, señala el BoJ.
Dado que Japón depende mayoritariamente de las importaciones para proveerse de estos recursos, la subida de sus costos ha conllevado una “pérdida de ingresos y ha ejercido presión a la baja en los ingresos de los hogares y los beneficios corporativos”, añade entre los principales factores que han impulsado la revisión.
Los precios en Japón subieron un 2.1% en abril y mayo, por encima de la meta inflacionaria de los dos puntos del BoJ tras siete años, debido a las circunstancias del mercado de los suministros.
La inflación subió un 0.1% en el año fiscal nipón de 2021 (abril-marzo), mientras que bajó un 0.2% en el año natural.
Pese al empeoramiento de sus previsiones a corto plazo, el banco central japonés espera que la economía japonesa se recupere en el medio-largo plazo, en previsión de que esta subida de precios sea temporal y su influencia “mengue”.
Así, en lo que se refiere al ejercicio fiscal de 2023 (que abarca del 1 de abril de ese año a finales de marzo de 2024), el BoJ prevé que la inflación se sitúe en el 2% (una décima más que en su previsión de abril), y que le producto interior bruto del país (PIB) crezca a un ritmo del 1.4%, frente al 1.1% previamente estimado.
Para el ejercicio de 2024, la entidad estima que la inflación se situará en el 1.3% (dos décimas más que en su pronóstico anterior) y que el PIB se incremente también un 1.3%, dos décimas más.