El mercado de capitales cuenta con diferentes tipos de inversionistas, dependiendo de una serie de factores, pero mayormente se clasifican a partir del volumen de activos que manejan.
Entre los diferentes actores del sistema financiero, aquellos que cuentan con una elevada cantidad de activos, que les otorga una mayor facilidad para invertir en diferentes instrumentos ya sean valores, inmuebles o otros, se les denomina inversionistas institucionales.
A este tipo de inversionistas se le oponen los inversionistas retail o minorista, que son aquellos que operan por cuenta propia y usualmente manejan un volumen de activos menor a los institucionales y cuentan con menos experiencia.
No son considerados inversionistas institucionales a los particulares, independientemente del capital que estos posean para invertir. Esta clasificación usualmente se les otorga a personas jurídicas que, debido a su ramo de actividad, poseen un perfil de inversión más profesional y calificado que un inversionista minorista.
Aquellas entidades que caen bajo este renglón son las entidades de intermediación financiera como los bancos y las asociaciones de ahorros y préstamos, intermediarios de valores, fondos de inversión en sus diferentes modalidades, fondos de pensiones, entre otros que se encuentran enumerados en el numeral 21 del art 3 de la Ley núm. 249-17.
Entre estos diferentes actores del mercado de capitales dominicano, los fondos de pensiones son los inversionistas institucionales que mayor protagonismo tienen. Su accionar se ha caracterizado en mayor medida, por una política de inversión bastante conservadora, colocando la gran mayoría del capital de su portafolio en instrumentos de deuda pública.
Este comportamiento resulta compatible con el perfil que tienen los inversionistas institucionales, los cuales se conducen en sus inversiones a partir de una visión a largo plazo, priorizando una rentabilidad segura con bajos niveles de riesgo. Sin embargo, al concentrar su cartera en instrumentos tan puntuales y concentrados en el sector público, su impacto en la economía todavía está por verse.
De forma gradual y prudente, resultara oportuno la diversificación de la cartera de los inversionistas institucionales. Los cuantiosos activos que estos administran, les permiten un margen de acción por medio del cual pueden ampliar el listado de instrumentos financieros en los que pueden invertir, siempre y cuando estos mantengan óptimos niveles de riesgo y rentabilidad.
No es que los inversionistas institucionales tomen decisiones arriesgadas tratando de obtener mayores retornos, sino que, en la medida de lo posible, implementen una conservadora política de apertura dentro de sus carteras de inversión para así generar un mayor impacto en la economía y en los agentes privados.