Los humanos, desde sus inicios, están acostumbrados al trueque o intercambio de seres vivos por otros seres vivos u otros bienes y posteriormente a su compra y venta. Esta práctica dio inicio al desarrollo del comercio y con éste, al desarrollo de las matemáticas. Estos intercambios propiciaron la creación de las monedas y su determinación en pesos equivalentes que sirviesen como modelos de referencia cambiaria.
Para los cálculos y comparaciones, solo haré referencias de las monedas acuñadas en plata y oro, y en base al precio actual de 0.65 dólares por gramo de plata y 57.11 dólares por cada gramo de oro y redondearé los números.
Los chinos utilizaban el Liang de plata como referente monetario, y las presentaciones de lingotes, barras, figuras y monedas de este material, pero luego las monedas se acuñaron en cobre. Para fines de análisis y comparaciones asumo que las monedas que se usaron en la dinastía Han fueron de plata con un peso de 3.3 gramos.
Estableceré algunas comparaciones antiguas con las modernas. El equivalente de un denario romano de 4.55 gramos de plata son 3 dólares. Un siclo de plata sería equivalente a 4 dracmas, 12 dólares; una dracma de plata con un peso de 4.44 gramos, 3 dólares; el tremís romano de 1.5 gramos de oro, 86 dólares; el kurós otomano de 4.09 gramos, 3 dólares, y una moneda china de plata de 3.3 gramos, 2 dólares.
La libra carolingia con 409 gramos de plata igual a 266 dólares. El peso de plata español con 20 gramos, sería equivalente a 13 dólares y la libra esterlina antigua de 349.9 gramos, 227 dólares.
Todas estas denominaciones tenían por finalidad agilizar la compra y venta de bienes de consumo, entre ellos, la vida humana. Los precios establecidos variaban en función de diversas características presentes o no, en la persona objeto de la compra y venta.
A lo largo de todo el transcurrir de la humanidad y sin importar las regiones, la tendencia de los humanos a utilizar como mano de obra gratuita, satisfacción de placeres carnales e, incluso, como alimentos, a otros humanos, se ha mantenido como una constante para justificar la trata de personas.
Parece que es un instinto primario acoplado con el de supervivencia para subyugar e imponer nuestra voluntad sobre otros. No es de extrañar, pues en algunas poblaciones animales (grupos de individuos de la misma especie) son frecuentes los comportamientos de posesión, sumisión y abuso hacia sus semejantes, pero en la especie humana, agregando los extremos de crueldad, son exagerados y constantes.
La mayoría de las personas contemporáneas asocian la esclavitud o comercio de personas tan solo con aquellos de procedencia africana; pero este tráfico, que ha discurrido desde los inicios de la humanidad, siempre ha estado presente entre los mismos africanos, indígenas suramericanos, en Europa y prácticamente en cualquier lugar poblado con humanos.
Las personas de diferentes etnias, como los musulmanes, los bosnios, alemanes, rusos e ingleses tenían precios muy diferentes. Además de la procedencia había consideraciones tales como la edad, constitución física, salud y el propósito al cual sería destinado. Los más buscados estaban en un rango de entre 14 y 40 años.
Por eso no es de extrañar que todavía sigamos cuantificando esos valores para hacer cálculos de pérdidas o ganancias, por ejemplo, en Éxodo 21,32, se establece el precio de un esclavo o esclava en 30 siclos de plata, alrededor de 360 dólares para el año 1400 AC.
En la sociedad romana fundada en el 753 AC, la comercialización de las personas era un negocio muy rentable, en cierto aspecto, y los precios de ventas también variaban según la procedencia. La mayoría de los esclavos romanos no procedía de las guerras.
Muchos de ellos eran niños o niñas abandonados por sus padres y quienes se hacían cargo de ellos los criaban y los mantenían a su servicio como esclavos, las niñas eran destinadas para la prostitución. Eran vendidos en pública subasta con letreros que detallaban sus cualidades y precio. Según el historiador Catón, para el 200 AC, el precio promedio de un esclavo era de 1,500 denarios, aproximadamente 6,000 dólares.
La estimación de precios variaba en base al tipo de monedas empleadas, tales como las dracmas de origen griego, el denario de origen romano y los siclos de origen fenicio.
En la dinastía Han, fundada en el 200 AC, la escala más baja, clasificada en 20 niveles sociales, era la de los esclavos. Los propietarios pagaban un impuesto anual de 240 monedas por cada esclavo que poseyeran.
Dentro de los mismos esclavos había diferenciaciones de precios de venta, dependiendo de la posición económica de la familia propietaria, pero podríamos decir que el precio rondaba alrededor de esas 240 monedas de plata, iguales a 792 gramos, equivalentes a 515 dólares. Comprendían dos categorías: propiedad privada y propiedad del Estado. Por ejemplo, en Alemania, durante el gobierno del Partido Nacionalsocialista, fue una política de Estado la propiedad y posesión de esclavos judíos y otras etnias, para sus fines económicos, de investigación y bélicos. Igual hicieron los japoneses y su famoso escuadrón 731 entre 1937 y 1945 en Manchuria con los chinos.
Las fluctuaciones de precios de una vida humana van desde los 360 dólares bíblicos, los 6,000 dólares romanos hasta los 515 dólares chinos, desde el 1400 al 200 AC. En esta relación, la diferencia entre un chino y un romano para el mismo periodo, 200 AC, es notable y muy parecida a lo que pasa en la actualidad.
Estos valores fueron fluctuando a lo largo del transcurrir del tiempo y en el 700 DC. En el periodo Carolingio se establece la libra carolingia, en el 900 se registra la venta de una esclava en un tremís de 1.5 gramos de oro u 86 dólares. En 1419 DC, una esclava de la región del Cáucaso fue vendida por 60 libras o 17,500 dólares, y en 1460 una esclava tártara de 16 años valía tan solo la mitad. En 1416 una esclava búlgara de 30 años fue comprada por 85 libras o 24,752 dólares, mientras que en 1423 una rusa de 20 años (más joven que la búlgara) fue vendida casi por el mismo precio. Los hombres tenían un precio parecido, ya que entre 1418 y 1454, un negro, un ruso y un tártaro, menores de 20 años, fueron vendidos por 65 libras cada uno, equivalentes a 18,900 dólares.
En un harén turco una esclava sexual circasiana fue vendida por el equivalente de 500 libras esterlinas 25,800 dólares. A finales del 1600 DC, en Constantinopla, una joven virgen europea se vendía en 150 kurós otomanos, 1,224 dólares. Un esclavo en los Estados Unidos se vendía por a 2,000 dólares y en las colonias españolas en 271 pesos de plata o 3,500 dólares.
Algunas etnias europeas y árabes eran selectivas y a la hora de atrapar humanos preferían personas educadas, pues se vendían a mejor precio. Ya desde entonces la educación representaba una diferencia, ya que, al igual que en la vida contemporánea, es un indicador muy utilizado para definir valores de una vida humana (VSL).
En la actualidad, según las estimaciones de Viscusi y Masterman (mencionados en mi artículo anterior) y en base a los indicadores de edad, salud, procedencia, escolaridad y el producto interno bruto (PIB) per cápita, entre otros, el precio de vida humana (VSL) en millones de dólares es: un chino continental 1.364 y uno de Hong Kong 7.054; un italiano 5.645; un griego 3.496; un norteamericano 9.631; un burundés 0.045; un haitiano 0.139; un dominicano 1.074 y un colombiano 1.228. Del Éxodo a Burundi (país más pobre), el VSL aumentó un 12,400%.