Ha estado en la palestra pública un caso en la justicia que tiene matices altamente políticos, el cual involucra a un expresidente y pudiera tener importantes repercusiones en las elecciones del año 2024. Nos referimos, evidentemente, al caso del allanamiento practicado en la residencia del expresidente estadounidense, Donald Trump, la semana pasada. Aunque es un caso extranjero, tiene aristas interesantes para nuestro sistema judicial.
En Estados Unidos –como en la mayoría de los países del mundo– un expresidente no goza de privilegios ante la jurisdicción ordinaria. Sin embargo, si bien es cierto que no se le concede un trato especial conforme un requerimiento legal, su estatus como pasado mandatario, en el caso de Donald Trump, dirigente político activo y potencial candidato presidencial en el futuro, llaman a que el sistema judicial sea cauto en el manejo del caso.
Se alega que el expresidente Trump manejó de manera incorrecta una serie de documentos confidenciales bajo la ley estadounidense. Para estos fines, los fiscales que investigan el caso solicitaron y obtuvieron una orden de allanamiento a la residencia del expresidente en la Florida, durante el cual se incautaron de documentos relevantes para la investigación en curso.
El Fiscal General de los EE.UU., Merrick Garland, comentó que él personalmente aprobó que se realizara la solicitud ante el tribunal de la orden de allanamiento, precisamente por las aristas legales que implica un caso de esta magnitud. No se debe minimizar lo difícil que debe haber sido para el tribunal considerar esta petición.
Posteriormente, se produjo una solicitud de que se revelara el contenido de la orden de allanamiento por su valor e interés noticioso, la cual se entendía sería denegada, pues es una investigación que continúa en curso. Pero, sorpresivamente, el juez ordenó que la orden fuera redactada para proteger los datos sensibles, a los fines de que efectivamente se revelara al público.
En principio, si el expresidente tenía en su posesión -ya como ciudadano privado y no en condición de mandatario de la nación- documentos confidenciales, pudiera ser pasible de una sanción penal. Hay otros que presentan el argumento de que si los documentos fueron retirados cuando él fue presidente, con su poder inherente de clasificarlos y desclasificarlos, no puede haber un ilícito, pues él mismo puede haber desclasificado esos documentos.
Resulta interesante ver cómo en los EE.UU. esta investigación se está llevando a cabo ante la mirada del público y con una supervisión judicial cercana. Igualmente, no se ignoran o divorcian los elementos políticos asociadas a la misma, sino que se toman en cuenta para que la justicia corra su camino de manera libre, pero sin lesionar el interés democrático nacional.
Igualmente, no deja de ser un caso interesante, pues siempre que se realiza una investigación de un político del bando contrario, en el país que fuera, se escuchan acusaciones y voces que realizan imputaciones políticas a la investigación en sí. Será interesante darle seguimiento a la investigación y el desenlace , debido a que sirve de ejemplo para otros casos con matices parecidos en este y otros países.