El mercado es una batalla de oferta y demanda, y ningún negocio se sostiene por mucho tiempo si los ingresos por ventas del producto o servicio no son suficientes para cubrir costos y obtener algún beneficio. El mercado de seguros es sumamente complejo, ya que son muchas las variables que intervienen para mantener la garantía y confianza del público mientras se obtiene resultados positivos, aun guardando reservas.
El producto de una aseguradora es una promesa de pago, con la desventaja de que tiene que estar servido en las peores circunstancias del cliente, cuando las diferencias se expresan y las partes quieren sacar lo mejor de dichas negociaciones, además de que, a menos que sea un fraude, ninguna de las partes puede decir que obtuvo el éxito.
Nuestro mercado más cercano es la Florida, que como nosotros es costero, y junto con Luisiana y California, están agotándose por causa del sistema legal, la mala intervención del Estado y los fraudes, como expresa David Sampson presidente y director ejecutivo de Asociación Estadounidense de Seguros de Accidentes de Propiedad (APCIA):
“Las tácticas de barra de demandantes sin control, el abuso del sistema legal, el fraude y las políticas gubernamentales equivocadas están teniendo un impacto significativo en la disponibilidad y asequibilidad de los seguros para las familias, individuos y empresas estadounidenses. Por ejemplo, en conjunto, estos factores han llevado la póliza de seguro de propietario de vivienda promedio de Florida a casi $3,000 en 2022, aproximadamente el doble del promedio anual de Estados Unidos”, dice.
Pero, además, el encarecimiento de las primas también está sacando aseguradoras y reaseguradores del mercado, lo que ejerce una presión incómoda a los consumidores que no cuentan con alternativas para cubrir sus propiedades.
La Oficina de Regulación de Seguros de Florida determina que durante la última década se pagaron US$51,000 millones en reclamos de seguros y de ese total un 71% se destinó a honorarios de abogados y ajustadores públicos; solo el 8% fue a los reclamantes. Miren como opera un sistema fraudulento en la nación ejemplo del capitalismo con toda la legalidad, que afecta a los bolsillos de los ciudadanos.
Los consumidores siempre pagan los platos rotos de la incapacidad de los sistemas y la falta de voluntad de los políticos enfrentar las mafias y delincuentes. Lo que me recuerda nuestra construcción del Centro Asistencial del Automovilista (CAA) con sacrificio y bajo amenazas de todo tipo, para el manejo de los accidentes de tránsito, donde frecuentemente introducían muertos y lesionados falso, que costaban cientos de millones y muchas dificultades a nuestras aseguradoras y al sistema de justicia con numerosos procesos en todos los tribunales del país.