El huracán Fiona ha pasado por territorio dominicano. Lo hizo, casi de manera certera, por la costa este de nuestro país, específicamente por cuatro provincias, todas ellas turísticas o en pleno desarrollo de esta actividad tan importante para la economía. ¿Se ensañó este fenómeno atmosférico contra nosotros? No lo creo, pero si fuera “creyente en cosas” hasta podría afirmarlo.
República Dominicana viene recuperándose de una fuerte contracción por el impacto que tuvo la pandemia del covid-19 en 2020 (-6.7%) y ha logrado enfrentar con relativo éxito la crisis de suministro global e inflación, ambos relacionados con el conflicto que mantienen Rusia y Ucrania, luego de la invasión ejecutada por la primera a territorio ucraniano.
El huracán Fiona, a decir verdad, es como “la tapa al pomo” en esta cadena de obstáculos que ha tenido que enfrentar la economía dominicana desde que se declaró la pandemia en marzo de 2020. Las cuentas fiscales del Estado han estado más presionadas que nunca antes.
La deuda del sector público no financiero (SPNF) ha aumentado en más de US$7,300 millones desde 2020, equivalente a un 16.5%. Pasó de US$44,622.3 millones a US$51,994.9 millones. Sólo para mantener los precios de los combustibles “congelados” el Estado ha destinado más de RD$20,000 millones.
A simple vista, entonces, este huracán habrá de dejar más de una lección: las autoridades dominicanas, las de turno, deben estar preparadas para tener siempre listo el fondo de contingencia que estipulan las leyes, especialmente la Ley 147-02 sobre Gestión de Riesgos, la cual establece el Sistema Nacional de Prevención, Mitigación y Respuesta ante Desastres, el Plan Nacional de Gestión de Riesgos, el Plan Nacional de Emergencia y el Sistema Integrado Nacional de Información en la República Dominicana. Se supone (y no debería suponerse) que al menos un 1% del Presupuesto debería destinarse a estos temas. ¿Se cumple esto?
Ahora bien, si hay algo positivo en todo esto, partiendo de lo que hemos visto en los medios de comunicación, es que las autoridades han estado atentas a socorrer a los afectados por Fiona. Incluso, las empresas privadas han destinado recursos para atender a los damnificados, lo que ofrece una señal de lo solidario que somos los dominicanos en momentos de calamidad.
Igualmente, hay personas y organizaciones sin fines de lucro que han iniciado jornadas para recabar donaciones. En medio de la tormenta hemos sido testigos de la bondad de los dominicanos.
Sin embargo, no todo se soluciona con bondad. La previsión es fundamental para evitar que más gente salga afectada por el paso de huracán o cualquier fenómeno natural. Hay una deuda histórica en República Dominican respecto al respeto de las leyes de planificación urbana. Los que han tenido capacidad para tomar decisiones han fallado, hoy esa irresponsabilidad nos pasa factura.