[dropcap]L[/dropcap]as estadísticas oficiales de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) indican que en República Dominicana hay en circulación 3 millones 612,964 vehículos, de los cuales el 53.9% son motocicletas y el otro 46.1% son vehículos de cuatro ruedas.
Otro dato es el referente a que el 33.3% de los vehículos en circulación están a nombre de empresas u organizaciones privadas y públicas, mientras que dos terceras partes, es decir, 2 millones 384,556 (66.6%), están a nombre de personas físicas.
Entonces, el dato al que pondremos énfasis en este artículo es el que se refiere a que, de los vehículos a nombre de personas físicas, el 77.8% es propiedad de hombres y sólo el 22.2% de los propietarios son mujeres.
Se podría decir que las mujeres tienen una participación muy baja en la propiedad de vehículos, más si se toma en cuenta que son poco más de la mitad de la población, además de que son alrededor del 45% de la clase laboral activa.
La explicación puede estar en el hecho de que si bien hay muchas mujeres independientes, económicamente activas y autosuficientes, también esas mismas mujeres, al igual que las que tienen sus parejas formales, prefieren dejar en los hombres la responsabilidad de asuntos que se consideran para ese género, como es el caso de “bregar” con vehículos.
Están los vehículos que se adquieren en los hogares integrados por parejas de hombre y mujer, en donde la dama posiblemente aporta el dinero del inicial y las cuotas del financiamiento, pero el vehículo fue registrado originalmente a nombre del “hombre de la casa”. Ahí también hay un registro estadístico no especificado sobre el origen de los fondos para la adquisición de vehículos que, si bien aparecen a nombre de los hombres, son en realidad comprados o pagados por mujeres.
Recientemente estuve hablando con un amigo, quien es propietario de una financiera, que se refería al dinamismo que muestra el mercado de compra y venta de vehículos, pues en lo que va de este año son muchos los financiamientos que ha aprobado para ese tipo de transacciones. Pero más que eso, se sorprendía de la cantidad de vehículos que eran adquiridos por jóvenes como regalo que tenían de garante o compromisaria de pago a mujeres. Sí, a mujeres.
Me decía de muchas mujeres con empleos formales y salarios competitivos, pero que son solteras, con edades de entre 40 y 50 años que les financian vehículos a amigos con edades mucho más reducidas, pero que aparentemente gozan de su confianza y sus bondades.
Si asumiéramos que lo observado en la financiera de mi amigo está ocurriendo en ese mercado de forma generalizada, entonces se puede determinar que un porcentaje importante de vehículos a nombre de hombres es adquirido o costeado originalmente por mujeres.
También están los casos de muchas mujeres, jóvenes, que tienen empleo, han acumulado unos ahorros y deciden comprar un auto. Como requieren de cierta asesoría masculina le piden a su padre o a su pareja que se encargue de la búsqueda y selección del auto “usado” más adecuado y dejan que sean ellos quienes tramitan todo el proceso de compra, aunque sean ellas las que aporten el dinero para la compra.
Pero también hay que observar las calles y avenidas de las grandes ciudades del país y darse cuenta de que la cantidad de mujeres al volante en vehículos de todo tipo ha de ser superior al 22.2% que muestran los registros. En eso puede que incida la tendencia de muchos hombres que le compran un vehículo a su esposa, a su novia, a su hija, pero no lo ponen a nombre de estas, sino que simplemente se lo ceden para su uso.
Finalmente está la falta de depuración de la DGII. Pues al determinar el porcentaje de mujeres dueñas de vehículos, lo hace del universo de 3.6 millones de unidades, sin desglosar los que son motocicletas (53.9%), de donde es lógico que casi la totalidad deben estar a nombre de hombres, pues las mujeres no son muy inclinadas a usar ese tipo de medio de transporte en las grandes ciudades.
También hay que tomar en cuenta que en ese desglose por género no se incluye el 33.3% de vehículos a nombre de empresas y organizaciones, donde es prácticamente imposible determinar si son de hombres o de mujeres.