Arabia Saudita es la cuna del islam, una de las tres grandes religiones monoteístas de la humanidad. Cuenta con alrededor de 1,800 millones de fieles distribuidos por todo el planeta, es decir, alrededor del 25% de la población global. ¿Qué se puede aprender de esta cultura milenaria? Todo. La verdad ha de ser dicha: Viajar a Arabia Saudita es emocionante y genera una carga de interrogantes y, por qué no decirlo, una dosis bien alta de aprensión.
¿Qué es lo novedoso en un país que vive en una especie de época feudal moderna, en el que la religión está por encima del Estado? Lo nuevo ahora es la decisión de sus autoridades de explotar su potencial turístico y abrir sus puertas al mundo. Salmán bin Abdulaziz (86) es el rey desde enero de 2015, cuyo heredero y aparente líder de facto, Mohammed Bin Salman, fue implicado por Estados Unidos en primera persona en el asesinato del periodista Jamal Kashoggi, ocurrido en 2018 en el consulado saudí de Estambul, Turquía. Luego, un juez estadounidense, por petición de la administración de Joe Biden, desestimó la acusación.
La realeza saudí (monarquía absolutista) ha planificado con tiempo (con mucho tiempo) lo que habrá de suceder con su economía una vez mermen sus reservas probadas de petróleo. En el subsuelo de Arabia Saudita hay 267,000 millones de barriles, los que alcanzan para suplir durante siete años la demanda global de 101.3 millones de barriles diarios. Es el principal exportador mundial de crudo.
Poner en el foco el desarrollo del turismo tiene mucho sentido si se toma en consideración que en su territorio de 2.2 millones de kilómetros cuadrados, donde sólo hay petróleo, no hay ríos ni otras fuentes de agua dulce permanente. Arabia es líder mundial de desalinización con 35 plantas que suplen 6.8 millones de litros diarios.
Desarrollar el sector turístico como una alterativa para garantizar la continuidad del Estado, más allá del petróleo, ha sido tomado en serio por el gobierno saudí, que en octubre de 2020 nombró a su primer ministro de Turismo de la historia. Se trata de Ahmed Alkhatee, quien en agosto de este año (2022) visitó al presidente Luis Abinader en busca de apoyo para la Expo 2023, para la que Arabia Saudita sometió la candidatura que será elegida en Francia en 2023. En ese encuentro hubo mención del Fondo Saudí de Desarrollo, el cual tiene inversiones en alrededor de 100 países y en más de 700 empresas.
A propósito de su estrategia para desarrollar el turismo y abrirse a nuevas posibilidades para diversificar su economía, Arabia Saudita fue sede, del 28 de noviembre al 1 de diciembre de este año, de la 22ª Cumbre Global del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), considerada por sus organizadores como la más grande de su historia al recibir a más de 3,000 delegados de 85 países, entre los que estuvieron alrededor de 50 ministros y 250 delegados de medios de comunicación de todo el mundo.
Entre los oradores estuvieron la exprimera ministra del Reino Unido, Theresa May; el exsecretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, y el actor, cineasta y ganador del Globo de Oro, Edward Norton. El corresponsal de CNN especializado en negocios, Richard Quest, moderó algunos de los paneles en los que participaron Adulla bin Touq Al Marri, ministro de Economía del Reino de Arabia Saudita; Sandiaga Uno, del Ministerio de Turismo y Economía Creativa de Indonesia; la princesa Haifa Al Saud, viceministra de Turismo de Arabia Saudita, y Khalid Al-Falih, del Ministerio de Inversión saudí, entre otros.
El ministro de Turismo saudí, Ahmed Alkhatee, reveló que su país se ha planteado una agenda de desarrollo que llaman Visión 2030 que busca invertir alrededor de US$800,000 millones en infraestructura al más alto nivel y la preparación de 100,000 jóvenes para ocupar los puestos de trabajos que habrán de generarse en el sector.
“Debemos atraer, desarrollar y retener el talento”, sostuvo durante su ponencia ante el auditorio de la Cumbre de la WTTC 2022. ¿Cuáles son los principales proyectos de desarrollo en este megaplan? Amaala, Neom, Mar Rojo, Qiddiy, Aseer y Diriyah. Sus maquetas ocuparon todo un salón en el Centro de Convenciones anexo al Ritz-Carlton, donde se celebró la Cumbre de la WTTC.
Travesía

Arabia Saudita tiene muchísimo que mostrar, pero también demasiado por aprender. Su punto positivo está en la disposición que tienen por desarrollar el turismo, conscientes de lo que ello implica para su cultura. Si bien es un país que cuenta con recursos económicos suficientes para desarrollar infraestructura y preparar a sus recursos humanos para este plan de apertura a través del turismo, necesitará de muchos años para entender cómo funciona este sector tan dinámico y retador para los países.
¿Por qué y para qué querrá un turista visitar Arabia Saudita? Quizá sea una pregunta que se harán las autoridades saudíes, los inversionistas, turoperadores y organizadores de la Cumbre de la WTTC 2022. ¿Habrá un interés de ver a esta nación árabe más allá de ser la cuna del Islam? ¿Serán La Meca, Medina y Yidda, entre otras ciudades importantes, razones más que suficientes para conocer a este desértico país? ¿Estarán dispuestos los árabes a flexibilizar algunas prohibiciones, como el consumo de alcohol, para atraer a turistas occidentales? ¿Habrá libertad de movimientos de los turistas para conocer la verdadera vida de un barrio en Riad, además de las escenas montadas para los primeros turistas que visitaron las ruinas de Diriyah, la ciudad de tierra y ladrillos donde tuvo origen la familia real saudí y sirvió de capital a la primera dinastía saudita?
Lo hermético de su cultura, indiscutiblemente, resulta ser el primer atractivo para conocer Arabia Saudita. Nadie de occidente, si tiene la op oportunidad de ir, se resiste a ver cómo funciona esta sociedad. Sin embargo, será necesario que la oferta turística conjugue las tradiciones que marcan y caracterizan a esta nación árabe con los atractivos naturales e históricos que posee, principalmente el desierto, el cual ocupa prácticamente la totalidad de su territorio. Es oportuno destacar que la tecnología ha sido una aliada en ganarle espacio al desierto para la producción agrícola.

Ahora bien, el turismo religioso es la principal razón por la que Arabia Saudita recibe turistas. No hay que olvidar que todo musulmán debe, por lo menos una vez en su vida, visitar la Meca, donde nació el profeta Mahoma. En 2019, este país se ubicó en el puesto 13 en el mundo por el número de turistas recibidos.
El reto, sin embargo, está en preparar el terreno para que los primeros turistas que visiten formalmente a Arabia Saudita, que no sea por motivos religiosos, corran la voz y motiven a otros a ir. El visado de turismo existe desde 2019.
Superar a Estados Unidos
Para Julia Simpson, del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), Arabia Saudita está invirtiendo en entrenar a su gente al tiempo que lo hace en infraestructura. “No creo que habrá algún problema de hospitalidad aquí y tiene una población muy joven que se adapta rápido”, expresó. Destacó que los árabes están invirtiendo US$800,000 millones en desarrollar su país.
“En realidad, es súper diverso y grande. Tienen montañas, han ganado ser la sede de los Juegos Asiáticos de Invierno de 2029 en Neom (la ciudad futurista que construye el país a orillas del Mar Rojo), tiene corales y centros científicos para su observación y cuidado y están compartiendo estos conocimientos con el resto del mundo para que otros lugares que han perdido sus corales puedan plantarlos de nuevo”, explicó Simpson.
Afirma que lo que están haciendo los árabes no es sólo para ellos, sino que es para el aprovechamiento de todo el mundo. Se mostró confiada en que superarán el número de turistas que visita a Estados Unidos porque no se trata sólo del dinero, sino porque tienen una visión para lograrlo y porque el 70% de población tiene 30 años o menos.
“Es una población joven que ha nacido en la vida digital y abierta. Además, este país es súper seguro y están buscando a los visitantes de lujo, pero también a los que tengan menos dinero para gastar. Es un turismo para todos, incluyendo los que quieren caminar entre las montañas o tomando té en los lugares más lujosos del mundo”, expresó.
Un viaje largo (y corto) con mala coordinación logística

Viajar desde República Dominicana a Arabia Saudita implica recorrer más de 14,000 kilómetros si la escala se hace en Nueva York, Estados Unidos. El primer vuelo toma alrededor de 3.5 horas y el siguiente unas 12 horas hasta Riad, capital de Arabia Saudita. En este trayecto es necesario sumar las horas en los aeropuertos, incluyendo las previas al abordaje.
De este viaje a Arabia Saudita hubo muchas cosas positivas. Sin embargo, la parte logística dejó mucho que desear, partiendo de los organizadores. Los 68 periodistas que cubrieron el evento pasaron las mil y una. En el caso de los dominicanos hay que decir que no vivieron la mejor experiencia para sentirse con el ánimo de escribir todos los detalles como se lo merece un evento como el que se celebró en Riad.
La Cumbre Mundial de Viajes y Turismo es de suprema importancia y Arabia Saudita lo sabe. Ese país merece que su estrategia de posicionamiento global sea perfecta, que no haya fallas de ninguna forma. Todas las variables deben estar milimétricamente coordinadas.
En esta odisea hay que exculpar al gobierno saudí, pues ellos sólo contrataron los servicios de agencias que organizaron y coordinaran todo lo relacionado con hacer sentir bien cómodos y seguros a los invitados, en este caso a los periodistas.
Lo primero es que el vuelo de Santo Domingo a Nueva York fue tan económico que no incluyó ni siquiera una maleta, por lo que fue necesario cubrirla con fondos propios. El mejor vuelo fue el que se hizo con la aerolínea Saudia, que sí estuvo a la altura de las circunstancias con el trato y la puntualidad. JetBlue fue un fracaso desde principio a fin. El llegar al Aeropuerto Internacional de Riad todo transcurrió muy bien.
Los problemas de falta de coordinación comenzaron al llegar al hotel Park Inn, pues no había habitaciones habilitadas, por lo que hubo que dejar las maletas en una habitación de un periodista que llegó previamente y sí se había registrado.
El resto, sin bañarse y con la misma ropa que tenía desde el día anterior, fue llevado a una recepción que había en la reconstruida Diriyah, que incluyó un tour por las ruinas de esta ciudad antigua. Al regresar al hotel, pasadas las 10:30 de la noche, el personal de recepción tomó los pasaportes de todos para el registro, generándose una situación incómoda por la lentitud y mal trato hacia los huéspedes.
A pesar de que hubo periodistas que entregaron sus pasaportes de primero para el registro, los empleados del hotel Park Inn mandaron a esperar, mientras atendían a otros que llegaron más tarde. Todo esto sucedía mientras había una carga de cansancio, trasnoche y falta de baño de parte de todos.
La cena de gala organizada para los invitados especiales sí estuvo a la altura. Incluyó un espectáculo de fuegos artificiales y concierto con Enrique Iglesias que hizo honor a la capacidad que sí tiene Arabia Saudita para recibir a sus visitantes. El problema de coordinación y logística parece que estuvo del lado de la empresa contratada para la estadía, transporte y alimentación de los periodistas.
Lo último que pasó fue una salida anticipada del hotel porque las habitaciones no estaban cubiertas por las tres noches del evento. La última estadía (parcial) fue en un hotel cercano al aeropuerto que brindó dos espacios donde los periodistas compartieron baño, sala y “mataron el tiempo” hasta la hora de los vuelos. En esta narración se han omitido nombres por respeto al esfuerzo que hicieron algunos miembros de la empresa organizadora para que todo saliera bien.