Las tensiones entre los dos países que constituyen las grandes potencias mundiales (Estados Unidos -EEUU- y la República Popular de China) continúan en aumento, prácticamente a diario. Esta semana, China rechazó un acercamiento a nivel del ministro de Defensa estadounidense a su titular en el mismo puesto; algo sin precedentes que haya un desaire a ese nivel y demuestra que las relaciones entre estas naciones no andan bien.
La relación comercial entre ambos países es un elemento que siempre sale a relucir en cualquier discusión del futuro entre los EEUU y China, pues la cuantía del intercambio comercial entre ambos es un monto sin precedentes en la historia. Y, típicamente, cuando dos países gozan de una excelente relación comercial, no suelen tener razón que los lleve a un conflicto armado.
Sin embargo, ha sido precisamente este intercambio comercial que ha permitido a China crecer como país y como economía, haciéndose una potencia mundial y dándole credibilidad a sus aspiraciones. Ahora que China goza de una economía cuyo tamaño se acerca a de EEUU, también sus aspiraciones no se limitan a ser sombra de otro país, sino de ser líder en el mundo.
El punto de fractura de cualquier potencial conflicto en el futuro se remonta al origen de la China comunista de hoy, y es la isla de Taiwan, donde la facción perdedora de la guerra civil china se autoexilió. Taiwan, hoy día, es una democracia bajo la protección de EEUU, pero China entiende que es una provincia rebelde de su país, y está dispuesta a usar todos los medios, incluyendo la fuerza, para reconquistarla.
La política de los EEUU frente a Taiwan es de “ambigüedad estratégica”. Ha dejado entrever que defenderá a Taiwan si ésta se declara independiente o si China realiza cualquier agresión en su contra, pero nunca lo ha dicho de manera categórica. Sin embargo, la mayoría de los analistas en geopolítica entiende que los EEUU sí acudiría a la ayuda de Taiwan en un caso de conflicto.
Entonces, tendríamos un conflicto entre dos grandes potencias con un arsenal de armas nucleares, con un vasto Océano Pacífico entre ambos países marcando su distancia. Ambos países ciertamente están accionando como si estuviesen preparándose para un conflicto: China rápidamente aumentando su capacidad bélica y los EEUU prohibiendo las exportaciones de materiales sensibles a esa nación y tomando medidas defensivas en el Pacífico.
No hay ninguna garantía de que las aspiraciones imperiales de Xi Jinping, presidente de China, y quien desea ser considerado como uno de los “grandes” en la historia de ese país, no sean también un elemento que pudiera llevar los países hacia la guerra. Si algo podemos tener claro de la historia es que las aspiraciones personales son frecuentemente los gatillos para los conflictos.
El destino de la relación entre los EEUU y China es la problemática geopolítica mundial de mayor importancia de los próximos cinco a 20 años. La suerte de esta relación será un elemento primordial en el destino de la paz y prosperidad mundial.